Los padres de Charlie Gard, el bebé británico que conmovió a millones por su lucha contra una rara enfermedad terminal, anunciaron este lunes que abandonarán su batalla legal para lograr el traslado de su hijo a los Estados Unidos, donde un tratamiento experimental ofrecía una leve esperanza de vida.
"Dejaremos que nuestro hijo parta y esté con los ángeles. Mucho tiempo se ha desperdiciado", dijo el padre, leyendo un comunicado a la prensa y dando a entender que cortarían la asistencia artificial.
En cuanto a la posible fecha, la familia indicó que Charlie no llegaría a su primer cumpleaños, para el que faltan menos de dos semanas.
A través de un abogado, los padres informaron al juez Nicholas Francis que "lamentablemente, el tiempo se había agotado" para el bebé de 11 meses, luego de recibir sus últimos diagnósticos médicos. "Los peores temores de los padres se han confirmado", apuntó el defensor Grant Armstrong, que agregó que "ahora es demasiado tarde para Charlie".
En una visita al tribunal londinense, Armstrong explicó que, a la vista de los últimos análisis médicos realizados para evaluar la salud del pequeño, que no tiene ninguna función activa, se había evidenciado que el daño ocasionado a los músculos y a los tejidos del bebé es "irreversible".
"A estos padres les esperan días negros por delante y desean atesorar el tiempo que les queda con Charlie, sin importar lo corto que pueda ser", añadió el abogado. La madre del pequeño afirmó en el transcurso de esa audiencia judicial que esta había sido "la decisión más dura" que habían tenido que tomar.
Se esperaba que este martes el Tribunal Superior de Londres decidiera si autorizaba o no que el pequeño fuera llevado a los EEUU.
Charlie padece el síndrome de depleción de ADN mitocondrial, un extraño desorden que inhabilita la capacidad del cuerpo de dar energía a los músculos, hasta que el cuerpo sufre un fallo respiratorio total, por lo que en el hospital quieren desconectarle los aparatos que lo mantienen con vida para que tenga una muerte digna.
El viernes, los expertos que evalúan el estado del bebé habían indicado que el resultado de un nuevo escáner ofrecía una "triste lectura" sobre su salud.
Los médicos del hospital Great Ormond Street recurrieron el 10 de julio por segunda vez al Tribunal Superior para que decidiera si se debía dejar morir al niño, que no tiene ninguna función activa, o si, como querían los padres, se lo mantuviera con vida para recibir el citado tratamiento experimental.
La pareja ha reunido más de medio millón de firmas en apoyo de su causa, y 1,3 millones de libras (unos 1,7 millones de dólares) para financiar el tratamiento del niño en el extranjero.
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