La moda en Corea del Norte existe y ha tenido cuatro grandes influencias: 1) los colores y los cuellos de las camisas de Stalin; 2) la Gran Hambruna de los 90; 3) las Spice Girls bendecidas por Pyongyang, la Banda Moranbong y 4) el ascenso en la atención pública de la esposa de Kim Jong Un, Ri Sol-ju.
Como resultado de la primera se impuso el look que en el mundo identifica a los norcoreanos: el yangbok para los varones y el hanbok para las mujeres, en general, en gris, negro o azul; uno de los cortes de pelo permitidos, 15 para varones y 15 para mujeres.
Como resultado de las demás, eso está cambiando.
Como muchas cosas en el país más hermético del mundo, este cambio social comenzó con el cataclismo del Sistema Público de Distribución de alimentos que causó una gran hambruna en la década de 1990. Impulsada por la necesidad de resolver sus problemas sin el Estado, la gente se volvió "más independiente y más dispuesta a ignorar las reglas del gobierno, explicaron "Daniel Tudor y James Pearson en su libro North Korea Confidential.
La prohibición del uso de jeans, colores brillantes, piercings y minifaldas se mantiene. Sin embargo, los jóvenes tienen trucos para llevar jeans ceñidos, por ejemplo: en general prefieren un color discreto como el negro y los ocultan debajo de sacos largos que impiden que la policía de la moda, la Liga de la Juventud Socialista Kim Il Sung, los descubra.
La cirugía plástica está también prohibida, pero por USD 2 se obtiene un tratamiento quirúrgico para que los párpados superiores tengan un pliegue más visible, un rasgo que se considera elegante y deseable. Como mucha gente nace con ese aspecto y las operaciones se realizan sin anestesia en la casa del paciente, el Estado tampoco puede hacer mucho.
La palabra yangbok, que designa el traje que cualquier aspirante a burócrata debe usar, quiere decir, curiosamente, "ropa occidental": se debe a que llegó desde la Unión Soviética. Al pantalón inconspicuo lo acompaña el saco gris, negro o azul con botones hasta el cuello que popularizó Stalin y usaron también Mao Tse Tung y Kim Il Sung.
"Normalmente los trajes están bien hechos, cortados en tela china fabricada con otro propósito: no es inusual comprar lo que parece el saco de Kim Jong Un y encontrar que el forro es un falso Prada chino", escribieron los autores de North Korea Confidential.
En los mercados oficiales cuestan USD 20, pero en el jangmadang —el mercado negro en el que los norcoreanos consiguen todo— se los consigue por menos. Los cuellos blancos —que se llevan dentro del cuello exterior y solo se ven ligeramente— son etiqueta requerida entre los más conservadores.
"El tradicional hanbok coreano, que oculta en lugar de acentuar la femineidad, tiene la aprobación de las autoridades por su recato", agregaron los autores. Eso se debe tanto al machismo de la sociedad como el conformismo que ha identificado a la península entera, explicaron. "El atuendo brillante o sexy se puede interpretar como una forma de disidencia".
El pelo es un tema aparte, no tanto por los comentarios que despertó en el mundo la presentación, en una reunión del Politburó en febrero de 2015, del corte trapezoidal que luce el Líder Supremo, como por la existencia de una guía oficial de pelo aprobado.
En 2004 la Televisión Central de Corea emitió una serie de cinco capítulos sobre el tema: Cortémonos el pelo en consonancia con el estilo de vida socialista.
Hay 15 cortes para mujeres y 15 para varones, según reveló el periodista finlandés Mika Mäkeläinen, quien fotografió los modelos. Los describió como con un aire al glamour de los 80 pero con un predominio de la sencillez. Ellas no pueden teñirse; ellos no pueden llevar el pelo largo ni el estilo de Kim Jong Un.
Vicky Mohieddeen, quien suele visitar Corea del Norte por su trabajo con la compañía de turismo Koryo Tours, dijo al periódico Daily Mail que el look que ahora gusta a las mujeres lleva la parte inferior del pelo con permanente. Y por influencia de la banda musical femenina, también se usa muy corto. Una guía le dijo a Mohieddeen: "Se lo vi a la Banda Moranbong en la televisión, así que pensé que podía probarlo".
La banda de 18 muchachas elegidas por Kim en persona, según se cree, se formó en 2012 para mostrar una modernización del arte norcoreano. Sus faldas son las más cortas que se han aceptado en el país, y han comenzado a reducir en unos centímetros las de las jóvenes norcoreana más osadas.
"Corea del Norte tiene su tela especialmente desarrollada, el vinalón, que la propaganda gubernamental suele mencionar como un ejemplo de la innovación norcoreana", explicaron Tudor y Pearson. "Lamentablemente el vinalón es incómodo, y resta decir que carece de onda".
La "fibra Juche", como se la llama, es un material sintético hecho a partir del alcohol de polivinilo con antracita y caliza. Como es rígido —y difícil de teñir— se usa más allá de la producción de ropa para hacer calzado y cuerdas. Quizá por eso Hamhung, el principal productor de vinalón, no es el centro de la moda en el país.
La fashion capital se llama Chongjin y es un puerto al que llega indumentaria de segunda mano desde Japón.
El primer punto de Corea del Norte al que llega la moda extranjera es una suerte de Lejano Oeste: los comerciantes reciben los paquetes de 100 kilos y de contenido desconocido; las autoridades cobran sobornos para hacer la vista gorda; se quitan las etiquetas de procedencia; los locales se quedan con la primera selección del envío; el resto se vende para su reventa en otros puntos del país.
Chongjin fue la primera ciudad donde se usaron los jeans apretados y también la primera en que se los consideró pasados, al menos entre los pioneros fashionistas. Se trata de jóvenes con conexiones y dinero: dos elementos centrales para evitar el castigo —entre un mes y un año en un campo de trabajo— o el gasto en un soborno que conlleva vestir como cada quien desea.
Otros dos lugares de influencia para la moda son las provincias de Hamgyong Norte y Yanggang, ambas fronterizas con China y por ello con mayor acceso a la información y las tendencias del extranjero. Entre ellas, una pasión propia de ese corredor: las plataformas, muchas veces coloridas y altas.
Esos espacios se abren porque la policía de la moda funciona básicamente en Pyongyang e ignora el resto del país. Las unidades de inspección de jóvenes controla que en la sede del poder no florezcan tendencias capitalistas como minifaldas, stilettos, jeans, remeras con palabras en tipografía romana, gorras o peinados raros.
En la capital norcoreana, sin embargo, se desarrolla otra moda: la que sigue los looks de Ri Sol Ju, la esposa de Kim, como en Occidente se mira a la princesa Kate Middleton. En los actos oficiales se la suele ver con trajes de dos piezas.
"Su estilo no es revolucionario, pero tiene lindas carteras, broches y cosas caras, y la gente lo ve", dijo Mohieddeen. En Kangsun, una zona de la ciudad de Nampho, al sur de Pyongyang, "los sastres hacen copias de la ropa que usa Ri Sol Ju, a pedido de mujeres ricas", explicaron Tudor y Pearson.
En la capital de las falsificaciones, como se conoce a Kangsun, también se hacen otras cosas: la nueva élite financiera paga unos USD 300 por una copia de gabardina Burberry. También se consiguen carteras Louis Vuitton y cinturones Gucci, entre otros objetos pirateados.
Un pantalón made in Kangsun que siga la moda del actor surcoreano Won Bin puede costar USD 10. Muchos norcoreanos se visten en imitación de los protagonistas de las series K-drama que circulan en memorias o DVD y proporcionan modelos a los jóvenes. Los zapatos que popularizó la actriz Kim Tae Hee, por ejemplo, se vendían en Pyongyang a USD 120.
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