Vera Mol hacía tiempo que quería hacerlo. Y ese día, su adrenalina estaba en su momento más alto. Tan alto como el puente en Cantabria, España, que resultó su propia arma mortal: saltó de él cuando todavía no estaba bien sujeta a las cuerdas que debían amortiguarla y murió.
Era agosto de 2015 cuando Mol, una joven holandesa de 17 años, decidió participar de un deporte extremo con el grupo de amigos con el que estaba realizando el viaje de aventura. Pero un malentendido provocó la fatalidad. La víctima interpretó mal a su instructor de bungee jumping en el cruce entre ambas montañas cantábricas.
"No jump" (no saltar) le había dicho el instructor que estaba chequeando los arneses de seguridad que la sujetaban. Sin embargo, Mol escuchó "now jump" (salta ahora). Y se arrojó al vacío. Aún no estaba atada apropiadamente y murió. El dueño de la compañía de bungee jumping enfrenta ahora cargos por homicidio negligente. La compañía, por su parte, culpó a la joven holandesa por saltar antes de que se le diera el visto bueno para hacerlo.
Pero una corte ahora indicó que hubo demasiados actos de negligencia por parte de la firma como para señalar que todo se trató de un malentendido. El responsable no requirió a la menor un consentimiento paterno que le permitiera lanzarse y no había estado amarrada correctamente durante su ascenso.
Además, según las leyes españolas, esa práctica extrema está expresamente prohibida en puentes de esas características. Pero el instructor también debió tener un inglés más preciso para impedir una tragedia. En lugar de decir "no jump" (no saltar), debió pronunciar "don't jump" (no saltes) que es la conjugación correcta para detener a alguien.
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