Danny Gratton y Otto Warmbier establecieron una entrañable amistad desde el momento en el que se conocieron en diciembre de 2015 en Beijing. A los dos los embargaba una sed de aventuras: viajarían juntos, a través de una compañía turística, al hermético país dictatorial de Corea del Norte.
Gratton sería la última persona que vio a Otto, justo cuando las autoridades del régimen norcoreano se lo llevaron del aeropuerto internacional de Pyongyang cuando se disponía a embarcar el avión. Sin embargo, Gratton imaginó que al joven, por su condición de ciudadano estadounidense, las autoridades migratorias le pondrían un poco más de problemas en comparación con los otros viajeros.
"Yo solo dije un poco nervioso: 'bueno, esta será la última vez que te veamos. Hubo una gran ironía en aquellas palabras", dijo Gratton al diario estadounidense The Washington Post.
Otto se despidió de su amigo de viajes con media sonrisa en su rostro, calmado, creyendo que asistía a un procedimiento rutinario y sin imaginar lo que vendría después: su detención y posterior condena por 15 años acusado de "actividades hostiles".
"Otto fue un gran tipo que se vio envuelto en la situación más horrenda que cualquier personas haya imaginado", dijo Gratton. Y agregó: "Es algo que en el mundo occidental no podemos entender, a lo que no nos podemos sujetar, la maldad detrás de una dictadura".
Gratton, un británico de más de 40 años que es gerente de ventas en un pequeño pueblo del Reino Unido, pagó por un tour de cuatro días y tres noches a Corea del Norte. A Otto lo conoció justo antes de embarcarse en el avión.
"Cuando llegamos a Pyongyang éramos los únicos solteros del tour, entonces era lógico que compartiéramos la habitación de hotel. Básicamente, desde el momento en que llegamos a Pyongyang hasta el día que nos fuimos permanecimos juntos", contó Gratton.
En su primera noche en norcorea, los dos compartieron una cerveza y empezaron, a pesar de la diferencia de edad, a conocerse más. Gratton era el más joven de todo el tour.
"Pude conocer a Otto muy pero muy bien", afirmó Gratton, quien además asegura que el joven norteamericano era bastante maduro para su edad.
La segunda noche en la capital norcoreana era la víspera de año nuevo. Durante la velada el grupo fue a la plaza central de la ciudad. Devuelta al hotel siguieron la celebración con más alcohol. Esa sería la noche en la que Otto habría cometido el crimen del cual fue acusado y sentenciado a 15 años de trabajo forzado. Dieciocho meses después, Otto sería enviado de vuelta a su país por razones humanitarias: se encontraba en estado de coma.
Supuestamente, el joven entró a una zona prohibida del hotel y se robó un póster con propaganda alusiva al régimen que estaba colgado sobre una pared.
Sin embargo, durante los cuatro día que Gratton permaneció con él, Otto nunca mencionó nada relacionado al póster de propaganda norcoreana. Gratton se enteraría semanas después del episodio cuando miraba la televisión.
"Nada de mi experiencia junto a él en el viaje sugiere que podría hacer algo así. Lo único que puedo decir de él es que es un chico muy amable", dijo Gratton.
Gratton quiere dejar claro que nadie debe culpar a Otto por sus decisiones, ni siquiera si es culpable de haber robado el póster, ya que las consecuencias de lo ocurrido, su condena y su estado de salud, fueron desproporcionadas.
"Nadie merece eso. Él solo era un chico que quería un poco de aventura. Cada tanto ellos escogen a alguien de chivo expiatorio para demostrar algo, esta vez el turno fue de Otto. Es una maldad que no tiene límites", concluyó Gratton.
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