Cinco razones del revés electoral de Theresa May

Polémicas sobre las políticas de seguridad tras los atentados, una controvertida propuesta de ley sobre los tratamientos médicos de las personas mayores y la falta de calidez, entre los motivos que llevaron el partido de la premier británica a la perdida de la mayoría absoluta en el Parlamento

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Theresa May (Reuters)
Theresa May (Reuters)

En las propias palabras de varios diputados conservadores, Theresa May hizo una campaña "catastrófica". Estas son cinco razones por las cuales a la primera ministra británica, que perdió la mayoría absoluta en las legislativas del jueves, nada le salió como había previsto.

El pecado original

May debería haber desconfiado cuando convocó estas elecciones anticipadas en abril, tres años antes de la fecha prevista. Sobre todo, después de haberse comprometido a no acortar la legislatura.

Es cierto que en aquel momento todos los indicadores eran positivos y los sondeos pronosticaban una gran victoria sobre los laboristas. Pero la historia ha demostrado que se trata de un ejercicio peligroso.

Los conservadores británicos ya habían convocado elecciones anticipadas en 1974, que perdieron contra el Partido Laborista.

El predecesor de May, David Cameron, también estaba convencido de que ganaría el referéndum sobre la salida de la Unión Europea que organizó en 2016. Y tuvo que dimitir cuando se impuso el Brexit.

"Era una apuesta y Theresa May la ha perdido. Esto plantea dudas sobre su perspicacia política", considera Mike Finn, politólogo de la universidad de Warwick.

Un giro dramático

El programa de los conservadores, divulgado a media campaña, incluía una medida muy impopular sobre la financiación de los tratamientos médicos de las personas mayores, bautizada Dementia Tax.

La indignación fue inmediata, y cuatro días después May tuvo que dar un giro dramático. Pero el mal estaba hecho: la primera ministra fue acusada de cambiar de opinión continuamente, cayó en los sondeos y no logró transmitir su mensaje basado en el Brexit.

"Theresa May ha echado a perder su campaña, y me quedo corta. El mensaje que transmitió fue lamentable, y el giro sobre los tratamientos de las personas mayores, catastrófico", comentó la diputada conservadora Ann Soubry, que fue reelegida por escaso margen.

Atentados y austeridad

Los tres atentados terroristas que ensangrentaron el Reino Unido desde marzo volvieron a centrar la campaña electoral en torno a la seguridad.

Es tradicionalmente un punto fuerte para los conservadores. Pero los laboristas supieron poner el acento en la política de austeridad y los recortes presupuestarios de la derecha, que redujo los efectivos policiales en 20.000 en seis años.

El operativo durante el atentado
El operativo durante el atentado en Manchester (AP)

Pese al perfil pacifista de su líder, Jeremy Corbyn, el Partido Laborista anunció que crearía 10.000 nuevos puestos de policía entre otras promesas presupuestarias rechazadas por May y su formación.

No a los debates

Desde el inicio de la campaña, May anunció que se negaba a participar en cualquier debate televisivo, y se limitó a responder dos sesiones de preguntas con un periodista y el público.

La oposición aprovechó la ocasión para denunciar su "falta de agallas" y su "debilidad". Especialmente con motivo de un debate surrealista que reunió prácticamente a todos los líderes de los principales partidos, en el que May fue atacada por todos los flancos sin poder responder.

Para justificarse, la primera ministra explicó que prefería "dialogar con los electores".

Falta de calidez

El problema es que May, de hecho, también esquivó a los electores, organizando mítines pequeños, mientras que su rival Jeremy Corbyn comparecía una y otra vez frente a miles de personas.

Muchos electores le reprocharon su frialdad y su falta de empatía.

Pésima oradora, May se contentó con repetir machaconamente los mismos mensajes con un tono monótono.

"Theresa May tiene la calidez, el humor, la elocuencia y el encanto de un congelador (…) lleno de crepes Findus en estado de descomposición", escribió Rod Liddle, cronista del Spectator, un semanario político afin a los conservadores.

(Por Jacques KLOPP, AFP)

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