El Reino Unido dio un vuelco definitivo en su historia el 23 de junio de 2016, cuando el 51.9% de los ciudadanos decidieron abandonar la Unión Europea (UE). David Cameron, primer ministro desde 2010, anunció su renuncia porque había hecho campaña por la permanencia. El Partido Conservador, con mayoría en el Parlamento, nombró el 13 de julio a Theresa May como su sucesora para liderar el largo proceso de separación de Europa.
Fortalecida tras haber demostrado capacidad de liderazgo en estos meses de cambio e incertidumbre, algunos analistas ya describían a May como la nueva "dama de hierro", en referencia a Margaret Thatcher, que ocupó el cargo entre 1979 y 1990. Con esa confianza convocó de forma anticipada a las elecciones generales (el Parlamento tenía mandato hasta 2020), que se celebrarán el próximo jueves 8 de junio. Pero lo que comenzó como una historia con final cantado por la cómoda ventaja de la premier y la languidez del candidato opositor, Jeremy Corbyn, se fue complicando cada vez más. El líder del Partido Laborista acortó las distancias y hoy el desenlace está abierto.
"Estas elecciones fueron convocadas por el Brexit. La intención declarada de May es agrandar su mayoría en la Cámara de los Comunes", afirmó Giovanni Capoccia, profesor de política comparada en la Universidad de Oxford, consultado por Infobae.
El Reino Unido tiene un gobierno parlamentario con un sistema electoral uninominal mayoritario. En las elecciones generales se elige a los 650 representantes de la Cámara de los Comunes, para lo cual se divide al país en 650 distritos. Eso significa que en cada uno de los distritos se elige a un solo parlamentario, lógicamente, el que obtiene más votos. El partido que consigue la mayoría de los escaños es el que pone al primer ministro.
May gobierna porque los tories (conservadores) obtuvieron 330 bancas en los comicios de 2015, cuatro más de los que necesitaban. Ese margen es demasiado estrecho para una líder que debe encabezar negociaciones tan sensibles hacia afuera y hacia adentro. Si aumentara el número de representantes estaría mucho más legitimada para llegar a un mejor arreglo con sus socios europeos e, incluso, para lograr que los sectores más duros de la política británica acepten uno que no consideren lo suficientemente ventajoso para el Reino Unido.
Por eso genera tanta preocupación el achicamiento de las distancias con el laborismo. En caso de que pierda la mayoría parlamentaria podría verse obligada a formar una coalición con otro partido para permanecer en el gobierno. Ganar así sería una derrota y la dejaría muy debilitada para continuar con el Brexit.
"May trató de presentar estos comicios como un referéndum sobre su habilidad para negociar el Brexit. Sin embargo, dio pocas pistas sobre lo que consideraría un buen acuerdo, y su afirmación de que 'ningún acuerdo es mejor que uno malo' generó el temor de que pueda terminar sacando por completo al Reino Unido del mercado común", explicó a Infobae Peter Sloman, profesor de ciencia política en la Universidad de Cambridge.
Para sumar incertidumbre al escenario, el fantasma del terrorismo reapareció como hacía tiempo no ocurría en el país. Primero fue el ataque perpetrado el 22 de marzo en las puertas del Parlamento. Adrian Russell Ajao, convertido en Khalid Masood, atropelló a decenas de personas que cruzaban el Puente de Westminster, estrelló su auto contra las rejas del palacio homónimo, apuñaló a un policía y fue abatido. El saldo fue de tres muertos y 40 heridos. Mucho más letal y elaborado fue el atentado del 23 de mayo en Manchester. Salman Abedi, miembro de una célula bastante sofisticada, se autodetonó en un recital de Ariana Grande y mató a 22 personas. Ambos golpes se los atribuyó el Estado Islámico (ISIS). Y a menos de una semana, un vehículo embistió contra los peatones en Londres y sus ocupantes bajaron para acuchillar a más gente, causando al menos siete muertes.
Todavía no está claro si la irrupción de esta amenaza incidirá sobre los votantes. Las encuestas parecen indicar que su influencia sería menor de lo que se podía esperar. Lo que resulta interesante es que, en caso de que juegue un papel, no sería en favor de los conservadores, sino de los laboristas, lo cual va en contra del sentido común.
El Laborismo, al acecho
La elección parecía cómodamente ganada cuando la premier lanzó la convocatoria, el 18 de abril. El promedio de las principales encuestas le asignaba 43.2% de intención de voto, contra un 25.4% de Corbyn. Tres días después se registró la distancia máxima: 21 puntos.
"La división política entre aquellos que votaron por la permanencia en la UE y los que votaron por la salida sigue siendo fuerte, y hay evidencias de que modelará el voto. Especialmente porque el apoyo a UKIP (el principal impulsor del Brexit) está colapsando: miden 4% y en las elecciones de 2015 habían sacado el 12.6. Muchos de sus votantes están optando por May con la esperanza de que consiga el Brexit que ellos quieren", dijo a Infobae Andrew Gamble, profesor emérito de ciencia política en la Universidad de Cambridge.
Los conservadores recibieron un impulso el 4 de mayo, cuando ganaron varias alcaldías tradicionalmente laboristas en la región de West Midlands. No obstante, por diferentes razones, la popularidad de May se estancó y la de Corbyn empezó a crecer de a poco. El punto de inflexión fue cuando los tories presentaron su plataforma electoral, el 18 de mayo. Necesitaban incluir alguna propuesta que llamara la atención, y no se les ocurrió nada mejor que anunciar un aumento en el monto que deben pagar los adultos mayores por los servicios sociales, contrariando una promesa anterior de no modificar el tope.
"Los laboristas y los liberales rápidamente acusaron a May de querer introducir un 'impuesto a la demencia', con el argumento de que las familias con miembros que tuvieran esa afección iban a tener que vender sus casas para pagar por la atención sanitaria, mientras que los enfermos de cáncer y de otras enfermedades reciben un tratamiento gratuito por parte del Servicio Nacional de Salud. Los conservadores dieron marcha atrás con la propuesta, pero el daño ya estaba hecho. La estrategia de May de ofrecer un liderazgo fuerte y estable pasó a ser menos convincente desde ese día", dijo Sloman.
El 22 de mayo, sólo tres días después de que se desatara el escándalo, la diferencia con Corbyn se había reducido a la mitad que un mes antes, poco más de 10 puntos. La tendencia se profundizó en los primeros sondeos de junio, que arrojaron una distancia de sólo seis puntos, de 43.2 a 36.9 por ciento. La foto de hoy muestra una ventaja que sigue siendo significativa, pero lo que más preocupa al gobierno es la película, sobre todo porque aún faltan cuatro días para las elecciones.
"Mucha gente está harta de escuchar hablar del Brexit y quiere concentrarse en cosas que afectan sus vidas de forma directa —dijo Capoccia—. Parece difícil que el Partido Laborista pueda pueda derrotar a los conservadores en cantidad de bancas, pero si los tories no incrementan su mayoría habrá consecuencias políticas, porque esa fue la razón por la que May adelantó el llamado a los comicios".
Lo curioso de cómo evolucionaron las encuestas es que la paridad se acentuó después del ataque terrorista en Manchester. Históricamente, gracias a su perfil más duro en materia de seguridad y de política exterior, el electorado confía más en los conservadores que en los laboristas para encarar estos asuntos.
"Los laboristas —continuó Capoccia— se las ingeniaron para tratar al atentado de Manchester, y a las cuestiones de seguridad en general, como problemáticas vinculadas al gasto público. Su argumento es que los recortes presupuestarios a las fuerzas policiales son una de las causas del ataque y pueden crear mayores peligros en el futuro".
Pero más allá de lo que haya hecho o dicho Corbyn, fueron nuevamente los errores de May los que le impidieron capitalizar políticamente lo sucedido. "La principal razón de la mejora del laborismo es la muy mala campaña que están desarrollando los conservadores, y la abrupta caída del apoyo a May. Sus marchas y contramarchas, su negativa a participar de un debate con sus oponentes, y sus apariciones torpes e inseguras en entrevistas, la han dañado significativamente. Ahora es muy poco probable que consiga una victoria aplastante, aunque seguramente va a ganar", concluyó Gamble.
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