La confusión política global del liderazgo europeo deberá efectuar un curso acelerado de "realidad" y alejarse de la corrección política que les inculcara en su tiempo la perniciosa semilla de la escuela de Frankfurt.
El ataque terrorista en curso por estas horas sobre Londres no es algo aislado, no proviene de los mal llamados "lobos solitarios, de células que estaban siendo monitoreadas por las agencias de seguridad, de adictos a los estupefacientes, ni de jóvenes desempleados o desequilibrados mentales". Por el contrario, el mundo está siendo testigo claramente de un hecho histórico: estamos ante la "Primera Intifada Islamista en suelo Occidental".
Como es usual en el liderazgo europeo, no han faltado declaraciones absurdas como las del laborista Jeremy Corbyn al declarar -y justificar- luego del ataque terrorista al Manchester Arena "que la conexión entre las guerras que el gobierno británico ha apoyado y combatido en otros países han dado lugar al terrorismo que hoy se padece en su suelo".
Mas allá de los dichos de Corbyn, lo que hay que mencionar es que la atrocidad cometida por el terrorista Salman Abedi estuvo relacionada a bombardeos estadounidenses en Siria. Y está directamente vinculado a los estadounidenses -así como a los británicos-, por sus ataques dirigidos a los territorios de ISIS en Siria e Irak.
Esto puede llamar la atención de analistas serios, aunque la gente como Abedi -que asesinó a 22 personas inocentes- y los sujetos que hoy someten a Londres a una situación de guerra con media docena de muertos, según cifras parciales, no son más que el producto del lavado de cerebro y el fanatismo religioso que genera el islamismo con sus "máquinas de matar".
Una cuestión es segura y se relaciona con las "justificaciones" de las atrocidades. Los ataques de la "coalición" liderada por EEUU comenzaron bastante tarde en la guerra siria. En realidad, comenzaron muchos años después de los crímenes del régimen de Assad contra civiles, y luego de la participación directa de milicias sectarias iraníes respaldando al régimen, y mucho más tarde del involucramiento de Rusia en la guerra directamente contra el pueblo sirio.
Washington se negó a intervenir militarmente en Siria durante toda la administración Obama, lo que alentó al régimen de Damasco y a los iraníes a escalar la guerra usando todo tipo de armamento, incluidas armas químicas prohibidas.
Se equivoca Corbyn cuando se refiere al concepto de intervención como justificativo del terrorismo islámico, su idea no refleja una visión política global. Es imposible justificar moralmente la "intervención" en un país estable regido por un consenso político, social e institucional de base democrática. Pero es moral y políticamente correcto prevenir la escalada de una guerra en la que un liderazgo dictatorial mata a su propio pueblo como hemos estado viendo en Siria por años.
Por otra parte, es incorrecto intervenir para "cambiar un régimen" sin tener un plan para el día después junto una alternativa viable, legítima y adecuada. Cuando la guerra de Irak de 2003 se encontró con una amplia oposición árabe e internacional, los que se oponían a la guerra no lo hacían porque admiraban a Saddam Hussein y su régimen, sino porque Washington y Londres no tenían un plan para llenar el vacío de poder y salvar a Irak del caos el día después de la caída de Saddam. Finalmente, y como se aprecia hoy, Irak cayo en manos de las milicias chiitas apoyadas por Irán.
Hoy, Corbyn sigue los pasos de Barack Obama, cuando conecta el terrorismo en suelo británico con las guerras británicas apoyadas o combatidas en otros países, no parece estar interesado en conocer los detalles de esas guerras, ni conocer la idiosincrasia islamista en la cual no existe diálogo o negociación posible con el infiel (Kuffar) al que se debe eliminar.
Corbyn, que también se opuso a la guerra de 2003 en Irak, hoy ignora el hecho de que esa guerra produjo una explosiva realidad regional donde todos los que se oponían a esa guerra siguen sin entender que el radicalismo iraní ha provocado una reacción opuesta y extremista que Teherán está usufructuando para hacer acuerdos y alianzas internacionales que continúen sosteniendo su régimen año tras año.
Otro aspecto relacionado con lo anterior, es que la actual dirigencia laborista británica ha sido siempre fiel a su oposición ante las aventuras extranjeras. Es cuestión de dogma como de simplismo básico argumentar la política global internacional como la argumenta Corbyn, además de ser infantilmente anti-Washington. Algo que hace que sea una presa fácil de los grandes lemas de "progreso" y "liberación" proferidos por los falsos nacionalismos.
La Izquierda Laborista siempre ha sido idealista, y a menudo burdamente ingenua. Hoy, los ciudadanos británicos pagan el precio -con sus vidas- de esa brutal ingenuidad en confraternizar con los yihadistas.
A principios de los años 80, Corbyn y algunos de sus compañeros eran los jóvenes "herederos espirituales" de Michael Foot. Sin embargo, mientras muchos de ellos maduraron y moderaron sus puntos de vista, Corbyn siguió siendo un radical sin arrepentimiento ni auto-crítica. Hoy en día, apoya a Irán y a Assad desde que cree que están enfrentando la influencia estadounidense y otras teorías conspirativas Occidentales. Por eso prometió un cambio en la política exterior de Londres si el Partido Laborista gana la eleccion del 8 de junio. A ese cambio, Corbyn deberá agregarle una explicación a sus ciudadanos sobre cómo actuará ante la abierta profundización de la "Primera Intifada de la historia en Occidente". Por estas horas, sus amigos islamistas han decidido lanzarla en su propio país.
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