La audiencia que el papa Francisco concederá este miércoles al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, –como la de cualquier jefe de Estado y Gobierno– estará caracterizada por la rigidez y la rutina del protocolo.
En todas las audiencias se repite el mismo patrón, con poco espacio para las improvisaciones o sorpresas no deseadas. Ni siquiera con Francisco, que ha habituado a los medios de comunicación a esperar sus saltos de protocolo.
Ya lo dijo el ex presidente estadounidense Barack Obama al despedirse del papa Francisco el 27 de marzo de 2014 tras ser recibido también en una audiencia: "Su Santidad es, quizá, el único en el mundo que debe sufrir un protocolo peor que el mío".
Las reuniones e intercambios de mensajes para preparar el encuentro son múltiples, pero en el momento en que se atraviesan los muros vaticanos, se pone en marcha el mismo "guión" de la diplomacia para todos.
La delegación de Trump llegará al patio de San Dámaso en el interior del palacio pontificio, donde una bandera estadounidense presidirá una de las fachadas.
Allí lo estará esperando el prefecto de la casa pontificia y ex secretario personal del papa Benedicto XVI, el alemán Georg Gänswein, que saludará a Trump y a su esposa, Melania, y al resto de miembros de la delegación.
Los conducirá en un recorrido por los impresionantes pasillos cargados de frescos e historia hasta llegar a la Segunda Logia del palacio pontificio, donde se encuentra el apartamento pontificio.
Aunque Francisco ya no vive en esta área del palacio apostólico, sino en la residencia Casa Santa Marta, es aquí donde se sigue recibiendo a los mandatarios.
Estarán escoltados en este recorrido por los "gentilhombres", laicos, miembros de familias nobles y que en el pasado recibían este título como premio por servir al Pontífice, y serán saludados a su paso por soldados de la Guardia Suiza.
Trump entrará en solitario a la Sala del Tronetto, donde el Papa saldrá a recibirlo y se producirá el primer encuentro con el tradicional "Bienvenido, presidente" y el apretón de manos ante los ojos de un reducido número de periodistas y fotógrafos. Aunque en esta ocasión, como sucedió con Obama, la televisión vaticana emitirá en directo los momentos públicos de la audiencia.
Ambos pasarán después a la biblioteca, donde los medios de comunicación verán ya sentados a ambos ante un escritorio y, tras algunos segundos, la prensa será invitada a salir y se cerrarán las puertas y comenzará la reunión privada con el auxilio de un intérprete.
El sonido de un timbre indicará a los medios de comunicación que ha concluido la reunión y así se podrá calcular el tiempo que ha durado la audiencia, que en este caso se espera que no sean más de 20 minutos, ya que al Papa tiene después la celebración de la audiencia general de los miércoles.
La prensa podrá volver a acceder a la biblioteca para presenciar el intercambio de regalos entre el papa argentino y el presidente estadounidense y la presentación de las delegaciones, de la que formarán parte su esposa, Melania, al igual que su hija mayor, Ivanka, y su yerno y colaborador, Jared Kushner. Ambos se acercarán a una pequeña mesa donde se han dispuesto los dones que intercambiarán e irán explicando de qué se trata.
Este es el momento más distendido, cuando suelen producirse algunas anécdotas y se puede interpretar cómo ha ido la reunión.
Francisco suele entregar a los jefes de Estado y Gobierno las copias de sus tres escritos principales: las encíclicas "Evangelii Gaudium" y "Laudato Si" y la exhortación "Amoris Laetitia". También les regala un medallón de bronce con alguna imagen bíblica que puede hacer referencia a la paz o la lucha contra la pobreza.
Después entrarán los miembros de las delegaciones, que podrán saludar e intercambiar algunas palabras con el Pontífice y a quienes se entregará un rosario.
El Papa acompañará después a Trump a la salida de la biblioteca y allí, como es tradición, se despedirán con un último mensaje o recomendación final.