El domingo, al salir de la misa de la mañana, Isabel II del Reino Unido subió a su clásico Jaguar verde. A pesar de ser una de las figuras políticas principales del mundo, y una mujer de 91 años, se acomodó en el asiento del conductor y manejó desde la Capilla Real de Todos los Santos, en Windsor Park, a su casa, el Palacio de Buckingham.
La reina aprendió a conducir mientras cumplía tareas como mecánica en el Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres durante la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces su amor por los carros se ha mantenido, al igual que sus preferencias: elige automóviles de las marcas Land Rover y Jaguar.
Esas dos automotrices son las únicas distinguidas con las tres órdenes reales de Su Majestad La Reina, Su Alteza Real el Duque de Edimburgo y Su Alteza Real el Príncipe de Gales.
La monarca es la única persona en el Reino Unido que puede conducir sin licencia. Solo a ella, además de a los guardianes de Windsor Park, se les permite transitar en auto el trayecto de 2.6 millas del parque.
En los últimos tiempos la reina se ha mantenido alejada de la vida pública. La última vez que apareció fue en enero pasado, cuando asistió a una misa en la iglesia Santa María Magdalena, junto a su esposo el duque de Edimburgo.
Después de que la semana pasada el príncipe Felipe —de 95 años— anunciara el cese de sus deberes a partir de agosto próximo, los hijos y los nietos de la reina se han embarcado en una nueva fase de tareas públicas. Ha sido el comienzo de una nueva era para la familia real.
LEA MÁS: