La llegada de Emmanuel Macron al Palacio del Elíseo marca una profunda ruptura en la política francesa. Con 39 años, es el presidente más joven de la historia. Es el primero que llega sin un partido político, ya que su fuerza, ¡En Marcha!, es una débil organización fundada por él mismo hace un año. Como muchos políticos franceses, se formó en la elitista Escuela Nacional de Administración, pero a diferencia del resto dio sus primeros pasos en el mundo de las finanzas, como ejecutivo de la Banca Rothschild. No se identifica con la izquierda ni con la derecha. O mejor, se identifica con la izquierda y con la derecha al mismo tiempo.
"Macron es un ovni para el sistema político francés. ¡Pone en cuestión todo lo que hemos enseñado desde siempre en ciencia política!", sintetizó Michel Hastings, director de investigación en el Instituto de Estudios Políticos de Lille (Sciences Po Lille), consultado por Infobae.
En un país que se distingue por la previsibilidad y la rigidez de sus instituciones, logró imponerse a pesar de que nadie lo consideraba un candidato con chances tres meses antes de la primera vuelta. Su éxito se explica por la combinación de factores de largo plazo con circunstancias coyunturales que jugaron a su favor. El hartazgo de la sociedad con los partidos tradicionales es algo que se ve desde hace tiempo, pero nadie podía esperar lo que le ocurrió al favorito, François Fillon. La esperanza de la coalición de centroderecha terminó quedando afuera del ballotage por la revelación de que su esposa cobraba un sueldo del Estado sin trabajar.
Con la ambición propia de alguien que ascendió de forma meteórica y sin necesidad de hacer grandes compromisos, Macron tiene en mente un osado plan de reformas para sacudir a la anquilosada sociedad francesa. Una burocracia estatal demasiado grande e ineficiente, un mercado de trabajo sobreregulado, y una economía refractaria a la competencia son algunas de las cosas que el presidente electo quiere transformar. El gran interrogante es cómo podrá hacer todo eso siendo un candidato que carece de una estructura consolidada y que además ganó las elecciones con votos prestados.
Francia, ante la posibilidad de un cambio
"Su característica de outsider es inherente a su visión de Francia y le da rienda suelta a las reformas que quiere implementar, que siguen el modelo de los países escandinavos. Por un lado busca desarrollar una política económica de apertura en términos liberales, pero también persigue una mayor igualdad", dijo a Infobae el filósofo Leonardo Orlando, doctorando del Instituto de Estudios Políticos de París.
El cambio en las formas será lo más notorio desde el comienzo. Sobre todo porque su estilo de comunicación descontracturado, directo y posmoderno no podría ser más contrastante con el acartonado y aburrido François Hollande, presidente saliente. "Puede dar rápidamente señales simbólicas fuertes, como elegir a una mujer como primera ministra, o abrir el gobierno a personas jóvenes y descendientes de inmigrantes", dijo Hastings.
Los problemas comenzarán cuando trate de implementar cambios de fondo, especialmente en el campo económico. Los dos años que pasó como ministro de Economía de Hollande, su cargo de mayor responsabilidad política antes de la presidencia, debió soportar duras críticas porque dirigentes sindicales y de izquierda lo acusaban de ser demasiado liberal.
"Francia es un país muy estático, donde los pequeños movimientos son muy difíciles de hacer —dijo Orlando—. Su gran impopularidad como ministro fue, entre otras cosas, por una ley que permitió que se trabaje los domingos, cuando la mayoría de los negocios están cerrados. Su programa va a generar mucha conflictividad".
Nadie lo duda. Su gran rival será el sindicalismo, que se opone cerradamente a toda forma de liberalización y modernización. A pesar de que la ley que estableció hace 17 años una semana laboral de 35 horas fracasó rotundamente en reducir el desempleo, los gremios protestaron masivamente contra la reforma de Hollande, que le dio más libertad a las empresas para definir la duración de la jornada. Macron va a profundizar esa línea.
"Ya se puede imaginar la cantidad de huelgas que habrá —continuó Orlando—. Va ser un pugilato constante. La gran diferencia con la presidencia de Hollande es que intentó una serie de reformas de corte muy discreto, aunque igualmente liberal, cuando había sido elegido para otra cosa. En cambio, el programa de Macron es muy sincero".
Otro eje de conflicto será la relación con Europa y con la UE. El líder de ¡En Marcha! quiere profundizar los lazos en tiempos del Brexit, mientras en todos los países crecen las alternativas populistas que le achacan todos los males que padecen a la UE. Su estrategia será presentar la integración regional como una necesidad de seguridad. Desde su punto de vista, la única forma de combatir el terrorismo, que es una amenaza para todo el continente, es intensificar los vínculos entre los servicios de inteligencia de los distintos países y diagramar una defensa común.
El enigma de la gobernabilidad
"A Macron lo votaron los franceses motivados por la formación de un frente republicano, algo que estuvo desde el comienzo en su discurso de campaña. Los centristas, como los que venían del movimiento de François Bayrou (que declinó su candidatura en primera vuelta para apoyarlo). Y los proeuropeos que están a favor de un liberalismo económico y cultural. Pero el voto de adhesión fue mínimo", afirmó Sylvie Ollitrault, profesora del Instituto de Estudios Políticos de Rennes, en diálogo con Infobae.
Según una encuesta de la consultora Ipsos/ Sopra Steria realizada días antes de las elecciones, sólo el 20% de las personas iban a votar por él "verdaderamente convencidas" de que era la mejor opción. Eso significa que la abrumadora mayoría de sus votantes lo eligieron sólo para evitar un triunfo de Marine Le Pen. Esa enorme debilidad se suma a la ausencia de una estructura partidaria que le garantice apoyos en todo el territorio nacional. Gobernar en esas condiciones no será nada fácil.
"Muchos electores daban como argumento para elegirlo que él al menos van a poder salir a la calle a protestar, algo que no era seguro si ganaba Le Pen —dijo Orlando—. Entonces lo votaron, pero ante la primera medida van a salir a la calle. Eso va a generar conflictividad".
Lo que terminará de decidir la fortaleza real de su gobierno serán las elecciones legislativas, que se realizarán el 11 y el 18 de junio. Tiene la ventaja de que se renueva la totalidad de las 577 bancas que componen la Asamblea Nacional. Como en las presidenciales, también hay dos vueltas. Si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera ronda, pasan al ballotage todos los que hayan superado el 12,5% de los votos. Se elige a un solo diputado por circunscripción.
"Para ganar Macron necesita contar con una fuerte dinámica en su favor que le permita evitar el riesgo de la cohabitación (que el Ejecutivo esté en manos de un partido y el Parlamento sea controlado por otro). Sin embargo, no sabemos nada sobre la implantación de su movimiento a nivel local. Y las elecciones legislativas responden a otras lógicas, más territoriales. Si fracasa, la política francesa permanecerá cinco años bloqueada", sostuvo Hastings.
Los comicios parlamentarios son determinantes porque en Francia rige un sistema semipresidencial. El titular del Ejecutivo tiene enormes potestades, pero el día a día del gobierno lo lleva adelante el primer ministro, que es designado por él, pero debe contar con apoyo de la Asamblea. Con lo cual, es el partido con más diputados el que termina eligiéndolo.
"Macron deberá involucrarse en el combate de las legislativas. Nadie sabe cómo será la futura Asamblea ni qué alianzas se formarán. ¿Con qué mayoría gobernará? ¿Qué coaliciones tratará de hacer? ¿Qué aspectos de su programa privilegiará?", se preguntó Nicolas Kaciaf, profesor de Sciences Po Lille, consultado por Infobae.
Es el peor contexto para hacer alianzas. El panorama político está más polarizado que nunca, con un avance de las alternativas más extremas, por derecha y por izquierda. Por eso nada hace pensar que Macron tendrá 5 años sencillos en el Elíseo.
"En última instancia, su principal chance de tener éxito pasa por la situación económica. Si mejora al comienzo de su mandato tendrá mayor legitimidad para imponer sus reformas", concluyó Kaciaf.
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