El Estado Islámico (ISIS) opera en territorios físicos y también en los virtuales. Según su panfleto "Media Operative, You Are a Mujahid, Too" ("Agente de los medios, tú también eres un guerrero sagrado") los equipos de propaganda tienen la misma importancia que los territoriales: "Las armas mediáticas pueden ser más poderosas que las bombas atómicas", argumenta.
ISIS parece exitoso en las redes sociales: tiene un branding (lo que en publicidad denomina la acción de una marca) efectivo, una buena distribución de información y capacidad para establecer el temario de discusión política, señaló la revista Foreign Affairs y ofreció un ejemplo: "Se ha vuelto un lugar común que, luego de un ataque violento, los analistas de antiterrorismo busquen en la agencia de noticias Amaq los comunicados de prensa con los que [ISIS] asume responsabilidad".
Sin embargo, la naturaleza cambiante de internet y sus límites normativos dificultan tal triunfo.
"El grupo depende en lo fundamental de plataformas que no puede controlar, lo cual lo deja vulnerable a medidas de regulación y seguridad", según el artículo. Por ejemplo, Junaid Hussein, un hacker británico, reclutador del grupo extremista islámico, fue abatido en un ataque dirigido apenas salió de un cybercafé en Al Raqa, la capital de facto del estado autoproclamado.
De Twitter a Telegram, una miríada de plataformas va de lo masivo a lo insular, de lo abierto a lo protegido. En todas ellas intenta moverse ISIS, y generar un volumen de información que distraiga recursos de los gobiernos y las empresas privadas que tratan de detenerlo.
Sus fanáticos generan muchas cuentas cada uno, como un seguro para prevenir los efectos de los cierres. Cuando detuvieron a Safya Yassin, una residente de Missouri, por sus mensajes a favor de la yihad, en enero de 2016, la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) identificó 97 cuentas de Twitter probablemente vinculadas a ella. El mismo fenómeno se repite en otras redes, como Tumblr, YouTube, Google+, Wordpress, Kik y Ask.fm.
Como sucedió durante la campaña electoral en los Estados Unidos, Twitter está en la mira de los críticos políticos. Desde mediados de 2015 la red social ha cerrado 360.000 cuentas por promover el terrorismo, pero todo el tiempo los miembros de ISIS crean nuevas. Con diferentes niveles de éxito, lo mismo han hecho Google y Facebook, ambas en respuesta a la solicitud de colaboración del gobierno de los Estados Unidos.
Muy distinto es el enfoque de foros con clave de acceso o herramientas como el navegador anónimo Tor. "Para evitar ser detectados y atenuar los los peligros de seguridad, muchos simpatizantes pasaron de las plataformas públicas amplias, como Twitter o Facebook, a servicios y aplicaciones de mensajería que ofrecen tecnología de encriptación, incluidos ProtonMail, Surespot y Telegram", ilustró la revista estadounidense. Se cree que, tanto sus miembros individualmente como ISIS como grupo, tienen predilección por Telegram.
Se han probado distintos caminos para contrarrestar la propaganda de ISIS en redes sociales. Google Jigsaw (el nuevo nombre de Google Ideas) creó un Método de Redirección, por el cual se desvía a quienes busquen contenido del grupo terrorista "hacia videos de YouTube seleccionados que desacreditan los temas de reclutamiento de ISIS".
La inmersión digital es una alternativa menos amplia pero con mejores posibilidades. "Se refiere a un proceso por el cual personas ajenas a ISIS, desde policías a periodistas, ubican en el corazón de las redes que promueven a ISIS a recorrer el mismo paisaje de medios que sus adversarios", según Foreign Affairs.
Desde mediados de 2015 Twitter ha cerrado 360.000 cuentas de ISIS pero a la vez los miembros de ISIS han creado nuevas.
En tiempo real, los investigadores pueden ocupar el mismo espacio virtual que los fanáticos y difundir contenidos de reemplazo. Sucedió en los primeros meses de 2017: se reemplazaron tres números de la revista Rumiyah, que el grupo terrorista difunde en inglés, con historias inventadas en lugar de las originales.
"En lugar de empujar a los simpatizantes de una plataforma a otra, las iniciativas deberían considerar formas de cercar a la organización donde existe al encontrar un equilibrio entre las regulaciones, la censura, la expulsión y la contrainformación", concluyó la revista.
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