Luego de un caótico 2016 marcado por el frustrado golpe de Estado iniciado por facciones militares, una serie de ataques terroristas de alto perfil y los avances implacables del presidente Recep Tayyip Erdogan para controlar a sus opositores, Turquía aprobó el domingo en un referéndum que modifica la Constitución para otorgar mayores poderes a la presidencia y que parece haber prácticamente puesto fin al proceso de adhesión del país a la Unión Europea (UE), iniciado formalmente en 1999.
Incluso la campaña por el "SÍ" a la reforma constitucional, encarada por Erdogan y su fuerza política, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco), sembró en la semanas previas tensiones con sus socios europeos al intentar llegar a los turcos que viven en Europa a través de diferentes mitines locales que algunos países, especialmente Holanda y Alemania, resistieron.
Las referencias a "prácticas nazis" de parte del mandatario turco para describir esta resistencia enrarecieron el aire previo a unas elecciones que dieron el triunfo y aparentemente una gran cuota del poder del Estado, mediante el pase de un sistema parlamentario a uno presidencialista con escasos controles al poder ejecutivo, a Erdogan.
"Él solía trabajar cerca de Europa y de la reforma, pero en los últimos años comenzó a cerrarse. Turquía se está transformando de una democracia a un sultanato, una forma de dictadura", respondió Jo Leinen, miembro del Parlamento Europeo en Bruselas desde 1999, a una pregunta de Infobae.
"Siento que muy pronto terminarán las negociaciones y tendremos que volver a empezar a hablar de acuerdos comerciales y de aduanas", dijo el parlamentario en referencia al hecho de que la UE sigue siendo el principal socio económico y comercial de Turquía.
Pero con respecto a una unión política el ex ministro de Ambiente de la República Federal de Alemania y presidente de la Unión de Federalistas Europeos aseguró: "No hay futuro para Turquía en la Unión Europea. Quizás esa sea la verdad y antes vivimos ilusiones".
Turquía se convirtió en un candidato oficial para la adhesión a la UE en 1999 y las negociaciones formales comenzaron en 2005. Pero el país se ha mantenido cerca del proceso de integración europeo desde sus comienzos, ingresando al Concejo Europeo en 1949 y a la OTAN en 1952.
El intercambio comercial y cultural entre Turquía y la ascendente Comunidad Económica Europea, que luego devino en la UE, creció durante esos años de una forma sin precedentes y para muchos era cuestión de tiempo antes de que Ankara entrara en la Unión, a pesar de que la inestabilidad política y la situación conflictiva en Chipre funcionaron como trabas al proceso.
Pero la creciente presión de Erdogan sobre la prensa y sus opositores, la persecución a las minorías, el auge islamista en una república que se enorgullecía de su laicismo y la pérdida de derechos y libertades de sus ciudadanos parece haber terminado por congelar las negociaciones.
"Siempre hubo sospechas de que el AKP tenía una agenda religiosa. Después del referéndum la presión sobre las minorías, especialmente los kurdos, los armenios, los cristianos, crecerá", aseguró Leinen. "Erdogan destruyó a la mayor parte de los medios y eliminó la partición de poder en Turquía", agregó.
Sin embargo para Ludwig Schulz, experto en Turquía en el Grupo de Investigación sobre Medio Oriente y Asuntos Internacionales de la Universidad Ludwig-Maximilians, en Múnich, Alemania, el referéndum del domingo no afectó seriamente a unas negociaciones que están congeladas desde hace años.
"Turquía bajo el presidente Erdogan no consolidó de manera suficiente las instituciones democráticas ni tampoco impulsó políticas inclusivas y progresistas, aunque tuvo la oportunidad de hacerlo durante años anteriores", dijo a Infobae.
El analista aseguró que en los últimos tiempos una Turquía en franco crecimiento económico ganó confianza y comenzó en cambio a buscar alternativas a la UE y sus exigencias. "Desde el 2013 Erdogan subordinó toda la política a su ambición de consolidar su poder exacerbando sentimientos nacionalistas y anti europeos en el electorado", consideró.
"Ahora la situación es que si Ankara reintroduce la pena de muerte y si Erdogan y el AKP instrumentalizan los cambios constitucionales para aumentar la represión contra fuerzas políticas opositoras aún más, entonces la UE suspenderá las negociaciones de adhesión y la asistencia que ya presta a Turquía como candidata", explicó.
Luego de celebrar la victoria en el referéndum, el mandatario turco dijo ante una multitud que buscaría avanzar en un segundo plebiscito para reinstaurar la pena de muerte, un elemento en su agenda que rompe con una de las exigencias centrales en el proceso de adhesión a la UE, según informó la agencia Reuters.
A esta situación se suma la religiosidad manifiesta de Erdogan, quien incluso ha pasado tiempo en prisión por leer un poema islámico, y que en Europa despierta cada vez más sospechas de un proceso de islamización del país. A su vez, esta desconfianza parece repercutir en la forma en que los turcos y otras poblaciones musulmanas son tratadas en Europa, alimentando sentimientos anti-europeos.
"Hubo reticencia en Europa, en el pasado y hoy, a integrar a los turcos no sólo económica y socialmente, sino también políticamente en términos de valores liberales y políticas democráticas", consideró Schulz. "En cambio se instrumentalizaron sentimientos de alienamiento ante la sociedad que los recibe, y contra los turcos y otros musulmanes, durante las campañas electorales". agregó.
Otra interrogante surge en la cuestión del manejo de la crisis de refugiados, una de las principales preocupaciones políticas y electorales de los europeos, que se acercan a dos elecciones en Francia y Alemania donde fuerzas políticas abiertamente xenófobas y nacionalistas compiten cabeza a cabeza con los tradicionales partidos constructores de la integración.
En este esquema Turquía no es sólo uno de los lugares de paso de quienes escapan a la guerra y el hambre con destino a Europa, sino que también es el país de residencia temporaria de unos 2,7 millones de personas que escaparon de la guerra civil siria.
"Si Turquía suspende su candidatura de adhesión a la UE, los líderes europeos intentarán mantener los arreglos negociados con Ankara para controlar el flujo", dijo Amanda Sloat, investigadora del centro Ash de la Harvard Kennedy School, a la revista Foreign Affairs.
Pero sin el ingreso a la Unión como medio de negociación, estas y otras conversaciones pueden ser considerablemente más difíciles luego de un referéndum que parece haber unido esfuerzos con el Brexit para menoscabar el sueño de posguerra de una Europa unida.
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