Las terribles bombas termobáricas cobraron visibilidad la semana pasada cuando Estados Unidos lanzó la "Madre de todas las bombas", la más poderosa arma de este tipo usada hasta el momento, sobre una red de cuevas utilizadas por el grupo terroristas Estado Islámico (ISIS) en Afganistán.
Enseguida, Rusia recordó que tiene en su arsenal al "Padre de todas las bombas", un dispositivo cuatro veces más potente que el utilizado por los estadounidenses.
Pero versiones de menor poder se utilizan en conflictos desde la década de 1960, y han sido incluso lanzadas por el régimen sirio y sus aliados rusos contra ciudades ocupadas por los rebeldes en la actual guerra civil que asola al país.
El grupo de monitoreo de los derechos humanos Human Rights Watch reportó su uso en 2013 y el sitio Vice News lo hizo en 2015, mientras el portal Conflict News divulgó un video de su utilización el jueves en la ciudad de Hama.
Lo que diferencia a las bombas termobáricas de los explosivos convencionales es el uso del aire en el propio ambiente para producir una onda de choque mayor y consumir rápidamente el oxígeno en el lugar.
Un artefacto convencional utiliza combustible y oxígeno dentro de un contenedor para provocar una explosión. Uno termobárico funciona en dos etapas: en un principio se libera una gran cantidad de combustible líquido o en polvo que se dispersa en el aire formando una nube.
En la segunda etapa una pequeña explosión enciende esta nube, creando una inmensa bola de fuego que se disemina por el lugar consumiendo el oxígeno y creando un efecto de vacío. Su efectividad depende en gran medida del grado de dispersión del combustible y de las condiciones climáticas.
De esta manera, está diseñado para arrasar con cuevas, trincheras y edificios ligeros, dentro de los cuales se disemina fácilmente, y mata colapsando los pulmones de sus víctimas, si es que sobreviven al estallido inicial.
Aunque su primer antecedente se encuentra en la Alemania nazi y en la obra del investigador Mario Zippermayr, no fue sino hasta la década de 1960 cuando fueron desarrolladas por Estados Unidos y la Unión Soviética y utilizadas por primera vez durante la Guerra de Vietnam. También se las utilizó luego en la invasión soviética de Afganistán, entre 1979 y 1989, y en la actual campaña en el mismo país iniciada por la OTAN en 2001.
Se cree que en Siria las bombas utilizadas son las ODAB-500 PM, de fabricación rusa, que tienen un peso de 500 kilogramos y caen utilizando un paracaídas de retardo, según reporta Vice News.
En la compleja y brutal guerra civil siria entre diferentes facciones e intereses es muchas veces difícil diferenciar entre acciones de la fuerza aérea rusa o siria, que utilizan el mismo equipo y tácticas. Pero el objetivo de las bombas termobáricas siempre fue el mismo: los rebeldes que se levantaron en 2011 contra el régimen de Bashar al Assad.
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