Con ayuda de Human Right Watch, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, las investigaciones publicadas en Times of Israel del politólogo Ely Karmon y las agencias AFP y Reuters, Infobae reconstruyó la cronología de los ataques químicos del régimen de Bashar al Assad.
En el mapa, se observan los ataques separados por año: en azul, los de 2013; en púrpura, los de 2014; en naranja, los de 2015; en marrón, los de 2016; y en amarillo, los de 2017. Se registraron 16 ciudades afectadas y muchas de ellas sufrieron más de un ataque.
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A pesar de los trabajos de desarme de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, estos datos confirman la utilización de gas sarín y gas cloro por parte del régimen de Bashar al Assad.
El primero es un poderoso gas neurotóxico y, además de su inhalación, el simple contacto con la piel bloquea la transmisión del influjo nervioso y conduce a la muerte por paro cardiorespiratorio. La dosis letal para un adulto es de medio miligramo. Es inoloro e invisible.
En cuanto al cloro, un alto nivel de exposición puede provocar la asfixia. El ahogamiento llega porque las lesiones químicas producidas por la disolución del cloro en las membranas mucosas de las vías respiratorias pulmonares causan una acumulación severa de líquido en los pulmones. Los niños y las personas mayores son especialmente vulnerables.
CRONOLOGÍA
El 23 de julio de 2012, el régimen sirio admitió por primera vez que tenía armas químicas y amenazó con utilizarlas en caso de intervención militar occidental, pero nunca dijo que iba a usarlas contra su propia población. Sin embargo, Bashar al Assad cruzó esa "línea roja" —como la denominó el entonces presidente Barack Obama— el 20 de agosto 2013, cuando atacó con gas sarín en Ghuta Oriental y en Muadamiyat al Sham, cerca de Damasco, ambas zonas bajo control de los rebeldes.
El régimen nunca aceptó esos crímenes, pero a finales de ese mes, Estados Unidos afirmó tener la "clara certidumbre" de que las fuerzas de Assad eran responsables del ataque que dejó, según Washington, al menos 1.429 muertos, entre ellos 426 niños.
Pero no sólo la Administración Obama halló responsable a Al Assad, sino que en septiembre de ese año, la ONU publicó un informe de sus expertos que investigaron el ataque según el cual se habían hallado "pruebas flagrantes" de que se utilizó gas sarín.
La investigación llegó luego de que EEUU y Rusia pactaran un plan para el desmantelamiento del arsenal químico sirio, lo que —además— descartó ataques aéreos contra el régimen.
En septiembre 2014, los investigadores de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas confirmaron que el cloro fue usado como arma química de forma "sistemática y reiterada" en Kafr Zita y Atshan (provincia de Hama, centro), Al Tamana y Telmans (provincia de Idlib, norte), y Daraya y Homs (Damasco). Según la ONG Human Rights Watch, estos ataques contra pueblos en manos de rebeldes fueron llevados a cabo entre marzo y abril por el régimen.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos contabilizó 10 ataques en 2014, todos con cloro. Además se documentaron al menos 30 víctimas. Según la ONG, la dificultad para recabar información hace pensar que los heridos pueden haber sido más.
La comisión de investigación Joint Investigative Mechanism, a su vez, informó que el régimen lanzó gas de cloro desde helicópteros militares al menos en otra localidad de Idlib, Sarmin, el 16 de marzo de 2015.
Video del último ataque químico en Siria, el 4 de abril de 2017. IMÁGENES SENSIBLES
En 2015, se probó que el grupo terrorista Estado Islámico también recurrió a las armas químicas. El 21 de agosto, roció con gas mostaza a la población de Marea, cerca de Alepo.
Basándose en entrevistas telefónicas y en persona a testigos y el análisis de imágenes de video, fotografías y publicaciones en medios sociales, Human Rights Watch documentó que helicópteros del gobierno lanzaron cloro sobre áreas residenciales en al menos ocho ocasiones, entre el 17 de noviembre y el 13 de diciembre de 2016. Las ofensivas, algunas de las cuales incluían municiones múltiples, mataron a por lo menos nueve civiles, incluidos cuatro niños, y causaron heridas a alrededor de 200 personas.
"El patrón de los ataques con cloro muestra que fueron coordinados con una estrategia militar general para retomar Alepo y que no fueron el trabajo de unos pocos elementos que actuaron de manera aislada", declaraba entonces Ole Solvang, director adjunto de emergencias de HRW.
En 2017, el modelo se repite. El 4 de abril, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos denunció que el régimen había atacado con "gas tóxico" en Jan Sheijun, en la provincia de Idlib. Según sus datos, murieron 86 personas, entre ellas 25 niños. El crimen forzó una reunión de urgencia en el Consejo de Seguridad de la ONU pero, como en febrero de este año, Rusia y China bloquearon cualquier sanción al gobierno de Al Assad. Finalmente, en la madrugada del viernes 7 de abril el gobierno de Donald Trump bombardeó una base militar siria en represalia.
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