Desde el 14 de agosto de 1988 su cuerpo descansa en el Cementerio de San Cataldo, Modena, la ciudad italiana donde Enzo Anselmo Ferrari Del Piero eligió morir, y en la cual nació, creció, estudió e ideó la mayor maravilla automotriz: la fábrica que lleva su apellido y que deslumbra al mundo con sus diseños e innovaciones.
Desde entonces, el cadáver de Enzo permaneció en paz durante casi tres décadas. Nadie imaginaba que una banda de profanadores de Cerdeña proyectaría un plan para robar sus restos de la tumba en la que permanece. Los delincuentes involucrados en el proyecto pertenecían al grupo Anonima Sequestri, conocido en la isla por realizar secuestros extorsivos.
Los investigadores pudieron frenar el macabro plan que consistía en hacerse con el ataúd de Ferrari y pedir un millonario rescate a la familia. El objetivo de semenjante acto era poder financiar con lo recaudado al resto de la banda para que siguiera delinquiendo. Pero 300 policías y detectives que estaban tras la organización lo impidieron y lograron detener a 34 de sus miembros, basados en la ciudad de Orgosolo, Cerdeña.
El plan de los profanadores era de película. Las tareas se dividirían en dos. Por un lado, luego de irrumpir en el cementerio, un grupo estaría a cargo de robar el cadáver de Enzo; otros miembros tendrían como misión llevarlo a través de los Montes Apeninos a un lugar secreto. La idea fue descubierta por casualidad: las autoridades estaban tras el tráfico de drogas y de armas, actividades en las cuales también incursiona Anonima Sequestri.
El jefe de los criminales fue identificado por los investigadores como Gianni Mereu, de 47 años, originario de Orgosolo, pero que actualmente vive en la provincia de Parma. Desde allí dirige a sus subordinados en Cerdeña, Toscano, Veneto y Lombardía. También tiene aceitados vínculos con la 'Ndragheta calabresa.
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