La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, confirmó su intención de impulsar un nuevo referéndum por la independencia de Escocia del Reino Unido entre octubre de 2018 y mayo de 2019, momento en el que los ciudadanos escoceses podrán elegir entre adherir a las negociaciones acordadas por el Brexit u optar por permanecer como parte de la Unión Europea.
En su discurso, Sturgeon anunció que promoverá un voto en el parlamento escocés la semana que viene que le dará luz verde para comenzar a negociar un segundo referéndum de independencia del Reino Unido. El último voto por la independencia fue en 2014, cuando el resultado fue permanecer como parte del Reino Unido por 55% a 45 por ciento.
Aunque el Gobierno de Theresa May deberá aprobar un eventual referéndum en Escocia, sería difícil evitarlo, por los costos políticos que eso implica. May insistió acerca de que no es el momento adecuado para otra consulta por la independencia escocesa, que en tal caso debería esperar hasta la culminación de las negociaciones por el Brexit, para no hacer sombra a su causa.
Advertencia de Europa y la OTAN
También se declaró en contra del referéndum el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, Alfonso Dastis.
Con un ojo puesto en los propios movimientos separatistas de Cataluña y el País Vasco en su país, Dastis dijo que si se declarase independiente, Escocia sería tratada como un tercer estado y tendría que "ponerse en cola" para negociar su ingreso a la UE.
"España apoya la integridad del Reino Unido y no fomenta secesiones o divisiones en ninguno de los Estados miembros. Preferimos que la cosas se queden como están", dijo el ministro. "[Escocia] tendría que ponerse en cola, cumplir con los requisitos para entrar, tener negociaciones y el resultado sería que estas negociaciones ocurrirán".
Margaritis Schinas, un portavoz de la Comisión Europea, afirmó en una sesión informativa en Bruselas que la doctrina de Barroso se aplicaría a Escocia tras su independencia:
"La doctrina Barroso, ¿sería aplicable? Sí que se aplicaría, obviamente", dijo.
La doctrina Barroso hace referencia al presidente de la Comisión Europea desde noviembre de 2004 hasta octubre de 2014, José Manuel Barroso, quien declaró que si una parte de un país miembro se independizará, tendría que aplicar nuevamente por su membresía en la UE.
"La Comisión no hace comentarios sobre cuestiones relacionadas con el orden jurídico interno y constitucional de nuestros Estados miembros", agregó Schinas.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, también reiteró que una supuesta independencia de Escocia no significaría una continuación automática como parte de la alianza militar. Citando a Barroso, explicó que "la separación de una parte de un Estado miembro o la creación de un nuevo Estado no sería neutral en lo que respecta a los Tratados de la UE. Un nuevo Estado independiente, por su independencia, se convertiría en un tercer país con respecto a la UE y los Tratados ya no se aplicarían en su territorio".
Barroso mismo, tras el referéndum de Escocia en 2014, había opinado que sería "extremadamente difícil, si no imposible" que un Escocia independiente consiga la aprobación necesaria para unirse a la UE por parte de los Estados miembros:
"Hemos visto que España se ha opuesto, incluso, al reconocimiento de Kosovo, por ejemplo. [Escocia] es, en cierta medida, un caso similar, porque es un nuevo país y creo que va a ser extremadamente difícil, si no imposible, que un nuevo Estado saliendo de uno de nuestros países miembros consiga el acuerdo de los demás", dijo el entonces presidente de la Comisión Europea.
Los testimonios de estas autoridades sugieren que, de conseguir su independencia tras un nuevo referéndum, Escocia no podría continuar siendo parte de la UE, sino que tendría que someterse al artículo 49 del Tratado de la UE y aplicar por su membresía.
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