Un policía vinculado a los talibanes asesinó el lunes a 11 de sus colegas en un retén en la provincia de Helmand, en el sur de Afganistán, el último de una serie de ataques terroristas en el convulsionado país.
Un responsable de esa fuerza, que pidió permanecer en el anonimato, confirmó las muertes a la agencia AFP y dijo que el infiltrado "huyó con armas y municiones".
El ataque se produjo mientras los oficiales dormían en sus barracas en un retén policial en Lashkar Gah, capital provincial, y fue reinvindicado luego por los talibanes.
Se trata del último de una serie de violentos atentados en lo que va de 2017 que incluyen la explosión de una bomba en Kabul en enero, que dejó más de 60 muertos, y el ataque a la Corte Suprema del país en febrero, con un saldo superior a los 20 fallecidos.
En tanto no es el primer caso de un atentado perpetrado por infiltrados talibanes en las fuerzas de seguridad, un problema recurrente en los últimos 15 años de guerra contra el grupo terrorista que controla amplias plantaciones de opio en Helmand y que lleva adelante una guerra de insurgencia desde el 2001.
El último ocurrió a principios de mes, cuando un soldado afgano mató a 8 de sus compañeros mientras dormían en su barracas en Faryab y se llevó todas las armas, según informó la agencia AP. Mientras que en diciembre sucedió otro hecho similar: un miembro de una milicia apoyada por el gobierno asesinó a 5 de sus milicianos y se llevó sus fusiles y municiones.
Afganistán se ha convertido en una zona de guerra internacional desde que en 2001 una coalición de la OTAN liderada por Estados Unidos invadió el país con el fin de derrocar al brutal régimen talibán, acusado de albergar y entrenar a los terroristas que planearon, entre otros, los atentados del 11 de septiembre.
A pesar de que la misión de la OTAN en el país, que en su momento más crítico contó con 130.000 tropas, terminó oficialmente en 2014, el recrudecimiento de los combates desde entonces llevó a un aumento de la participación de Estados Unidos, que anunció el envío de 300 soldados este año para sumarse a los 13.000 provenientes de casi 40 países que aún quedan en Afganistán
La renovada ofensiva talibán está teniendo fuertes efectos en las fuerzas de seguridad, afectadas por las bajas, las deserciones y el estancamiento de la lucha contra la insurgencia.
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