El hallazgo del sistema planetario alrededor de la estrella Trappist-1 tiene la importancia capital de mostrar un caso plausible de vida más allá del sistema solar: por primera vez se descubrieron siete planetas rocosos, de tamaño similar a la Tierra, extraños y familiares a la vez.
Aunque el sol es mucho más grande que la estrella enana ultrafría, los planetas del sistema solar están tan alejados entre sí que varían entre el calor extremo de Mercurio a los gases helados de Urano. En cambio, del B al H los planetas del sistema de Trappist-1 están agrupados a poca distancia el uno del otro, por lo cual es probable que tengan condiciones templadas y posiblemente agua en estado líquido en algunas regiones.
"Los humanos han estado luchando para aterrizar en Marte. En cambio, si en cualquiera de los planetas de Trappist-1 viven alienígenas inteligentes (y sin duda los científicos los buscan ya), viajar de un mundo a otro será una excursión rápida, en términos relativos", especuló Akshat Rathi en Quartz. Citó al director del Instituto SETI, Seth Shostak: "Es a la vez fácil y tentador imaginar un imperio multi-global que surja de este sistema, una pequeña federación de planetas en nuestro patio cósmico".
Si bien los planetas del sistema solar tienen lunas muy hermosas, la vista no parece ser un problema desde los de Trappist-1: aun si no tuvieran lunas, lo cual se ignora por ahora, desde el tercero ya se vería el segundo como un satélite dos veces más grande que el de la Tierra. El resto de los planetas se alinearía como una visión del imaginario sci-fi. Michaël Gillon, astrónomo de la Universidad de Lieja en Bélgica y parte del equipo descubridor, agregó en Space: "Si uno estuviera en la superficie de estos planetas tendría una vista maravillosa de los otros planetas. No se verían como Venus o Marte, como puntos de luz: realmente los vería como vemos la Luna. Vería las estructuras de esos mundos".
Pero —advirtió Rathi— "los humanos necesitarían gafas especiales para apreciar este espectáculo: la mayor parte de la luz que emiten las estrellas enanas como esta del sistema recientemente descubierto pertenece al espectro infrarrojo". Y como los ojos humanos no lo perciben, esos mundos tendrían un aspecto casi totalmente oscuro. "Desde luego —agregó— podríamos imaginar que la vida alienígena habrá evolucionado para ver en infrarrojo, como las serpientes en la Tierra".
Con todo, la vida no sería sencilla. Debido a que en la mayoría de los planetas se da el fenómeno llamado acoplamiento de marea —como el tiempo que tardan en girar sobre su eje es el mismo que tardan en girar alrededor de la estrella, siempre la misma cara del planeta enfrenta a la estrella— la superficie de estos globos se parte en dos: una mitad iluminada por este astro de 2.300° C (menos de la mitad de los 5.500° C del Sol) y por ende caliente y con posibilidad de tener agua en estado líquido, y la otra helada y en perpetua oscuridad. "La atmósfera, que presumimos que está presente porque de lo contrario no existiría la vida, permitiría que algo del calor se moviera de un lado a otro", se explicó en Quartz. "Pero eso sucedería mediante huracanes planetarios que podrían ser peores que los de Categoría 5 que hacen estragos en la Tierra".
Además de carecer de ciclo de día y noche, estos planetas carecen de estaciones. Los años pasan a toda velocidad: un día y medio terrestres en el planeta más cercano a Trappist-1 y unos 20 días en el más alejado.
Si la vida existiera en la zona intermedia entre la luz y la oscuridad, el calor y el frío, tendría igualmente otros obstáculos. "Las estrellas enanas ultrafrías son volubles. Algunas veces Trappist-1 podría disminuir su luminosidad hasta el 40% durante meses. Otras veces podría tener erupciones frecuentes, y eso causaría tormentas solares devastadoras". La solución para la actividad biológica es que suceda bajo tierra o bajo agua.
"Tres de los planetas tienen su órbita en lo que se conoce como la zona habitable, la región alrededor de una estrella donde el planeta puede tener una temperatura de superficie adecuada para el agua en estado líquido", señaló Calla Cofield en Space. Y como la posición de la zona habitable varía de una estrella a otra, resta saber cómo es exactamente en una tan tenue como Trappist-1, donde queda mucho más cerca de ella que, por ejemplo, la zona habitable del Sol.
Hasta que eso se conozca, "no hay garantía de que un planeta en la zona habitable de Trappist-1 pueda tener agua en estado líquido en su superficie", explicó Cofield. El estudio de los gases en esa franja permitirá comprender las características de las atmósferas, sin la cual el agua no se mantiene fluida. "Por ejemplo, en los cometas, que no tienen atmósfera, el hielo se sublima directamente en vapor cuando lo calienta el sol".
Como señaló la NASA, la vida podría tener formas exóticas en el sistema descubierto. Los planetas podrían haber sido devastados por la radiación, o girar cubiertos de nubes con un calor extraordinario como Venus. Tom Barclay, un investigador superior del Centro de Investigación Ames de la NASA, recordó sin embargo que la vida puede volver a surgir luego de los desastres. "La vida en la Tierra ha sido capaz de hibernar por períodos extensos. La vida entra en un estado de clausura, a veces durante años o décadas. Así que creo que probablemente no deberíamos descartarla, sino que deberíamos esforzarnos por estudiar si podría suceder en ese lugar", agregó Barclay.
La única mala noticia es que "las condiciones en los planetas no parecen muy favorables para la vida terrestre", apuntó Quartz.
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