El nuevo hogar de Lee Jae-Yong, vicepresidente de Samsung e hijo del presidente del grupo, es una pequeña celda de 6.5 metros cuadrados, con un colchón en el piso, un inodoro en un rincón y un pequeño lavamanos.
Atrás quedaron los lujos de uno de los hombres más ricos de Corea del Sur, con un fortuna estimada en 6.200 millones dólares. De una mansión en Seúl avaluada en 4 millones de dólares, pasó a una pequeña celda sin ducha.
Lee, de 48 años, está acusado de realizar sobornos, malversación de fondos y ocultar activos en el exterior y beneficios obtenidos con actos delictivos, en un caso conocido como la Rasputina.
A Lee, heredero del grupo Samsung, no le permiten contacto con otros presos del Centro de Detención de Seúl por razones de seguridad y para que no discuta sobre su caso, ya que a ese penal, ubicado a las afueras de las ciudad, es donde son recluidos los políticos y empresarios corruptos surcoreanos, algunos de éstos vinculados al escándalo de sobornos.
En su nuevo hogar, Lee puede recibir visitas de 30 minutos, pero solo podrá hablar con ellas a través de un grueso vidrio. En cambio, las reuniones que con su abogado son por tiempo ilimitado.
El magnate surcoreano tiene permitido 30 minutos de ejercicios diarios.
El menú de sus comidas es a base de arroz blanco, con un valor aproximado de 1.26 dólares, servidos en platos de plásticos y que le entregan a través de un pequeño orificio en su celda, informa el medio digital Business Insider.
Lee, acostumbrado a tener personas a su alrededor que le sirven en todo, ahora tiene que lavar el mismo su ropa en la cárcel.
Dentro de la celda, puede observar televisión desde las 8 hasta las 16 horas. Sin embargo, solo puede ver un canal que únicamente transmite contenido del Ministerio de Justicia surcoreano.
El magnate tiene permitido comprar pasabocas y elementos de aseo que puede guardar en su celda donde además tiene un pequeño escritorio en el que puede leer y estudiar.
Mientras tanto, la justicia tiene 10 días para decidir su procesamiento.
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