Hace quince años, un campo en Gales, cercano a la frontera con Inglaterra, era "un lindo lugar para hacer un pícnic", dijo Stuart Wilson, quien en 2004, y gracias a un préstamo de £ 32.000, lo compró convencido de que allí yacían las ruinas de la ciudad medieval de Trellech. Y lo convirtió en un fenómeno. Contra la opinión de las asociaciones profesionales de arqueólogos, que lo acusan de no haber hecho descubrimiento alguno, o —si acaso— de haber robado los hallazgos de un precursor, el público se fascinó con la historia: comenzó a acercarse para visitar, excavar y participar de un documental y una serie.
Los topos de la zona hicieron que Wilson especulara sobre la ubicación de Trellech, que no se hallaba —según él— donde está el pueblo moderno de ese nombre, sino en ese terreno donde los roedores desenterraban escombros de hierro y cerámica medieval. Luego de la compra, el primer día de excavaciones el "arqueólogo militante", como se llama a sí mismo, encontró los restos de una pared.
Wilson dejó su empleo en un puesto de peaje para concentrarse en la excavaciones. "A lo largo de los años, estima que se han sumado unas 1.000 personas, desde estudiantes de arqueología hasta gente curiosa del lugar", informó The Guardian. Hasta el momento cree haber encontrado la ubicación de ocho construcciones: "Estamos encontrando un edificio detrás de otro", dijo al diario británico. De un pozo rescató fragmentos de madera, hueso y cuero; también partes de jarros, cacerolas, chimeneas y desagües.
"No creemos que sea una ciudad", dijo a The Washington Post David Howell, arqueólogo de la Universidad de Gloucestershire, cuyo padre estudió Trellech largamente. "Pero si lo es, la descubrimos 20 años antes que él".
Casi la cuarta parte de Londres
Ray Howell llevaba tiempo excavando con fondos de la universidad y permisos de las autoridades cuando Wilson compró el terreno, provisto con "un título fresco en arqueología y la convicción de que los expertos buscaban en el sitio equivocado", agregó el diario estadounidense. Inclusive desde el punto de vista metodológico, se alejó de la investigación de Howell, cuyo sitio, por lo demás, quedaba a cinco minutos a pie de la suya. "Con gusto hicimos algunas excepciones a las reglas, y las rompimos cuando nadie nos miraba", declaró. Para financiar el costo de £ 200.000 que estima haber gastado, por ejemplo, recibió donaciones individuales, montó actividades comerciales como visitas para ser arqueólogo por un día y un comercio electrónico que vende documentos históricos.
"Como una unidad acádemica profesional, no contamos con el lujo de poder comprar tierra", dijo David Howell. El equipo realizó seis excavaciones y en los tempranos 2000 descubrieron un edificio grande que, creen, era el hospicio o, quizás, una gran taberna de Trellech.
Según registros de finales del siglo XIII, Trellech era una ciudad grande, con un tamaño similar a la cuarta parte de Londres. Se estima que tenía 400 edificios y que los restos de hierro indican que su centro económico era la producción de espadas, arpones, armaduras y otro equipo militar. "La antigua Trellech fue una enorme fábrica de armas, fundada por los lords de Glamorgan para que hiciera el hierro necesario en las interminables guerras que dieron forma a la Bretaña medieval", explicó el autor del artículo de The Washington Post, Avi Selk. "Una sucesión de ataques, fuegos y enfermedades la aniquilaron, y dejaron sólo una iglesia y un muñón de un castillo desaparecido".
Otras de las excavaciones no produjeron resultados, aunque las imágenes satelitales de radares sugerían que había ruinas. Y el equipo estaba en el trámite de pedir permiso para abrir el terreno entero cuando se terminaron los fondos de la universidad y apareció Wilson. Aunque Howell padre publicó trabajos académicos sobre los hallazgos, más de una docena de veces entre 1995 y 2008, la búsqueda de "la ciudad perdida", como la comenzaron a llamar los medios, quedó en manos del novato.
"Tentados por la cobertura y por la vena artística de Wilson, cientos de entusiastas comenzaron a volar a Gales y a pagar una pequeña tarifa por excavar", agregó Selk. "Desenterraron más y más estructuras bajo el terreno; la más notable, una mansión".
El show del arqueólogo
La BBC llegó a la zona para producir un programa de radio, The Boy who Bought a Field (El chico que compró un campo); el año pasado, Wilson también fue estrella en la serie televisiva Digging for Britain (Excavando por Bretaña) y está en conversaciones para crear una serie dedicada exclusivamente a Trellech, que se haría a la vez que se construiría un centro de turismo en el lugar.
"Es frustrante y doloroso ver cómo se desestiman al pasar 20 o 30 años de trabajo", dijo David Howell para explicar por qué su padre no habla con la prensa ni sigue la cobertura de la búsqueda de la ciudad de siete siglos que Wilson llevó de una corazonada a un show. "Son gente de mentalidad cerrada", dijo él en su defensa. "Todavía se creen importantes. Dicen: '¿Quién diablos se cree que es este tipo?'".
Con todo, no le molestó que la Sociedad Arqueológica de Cardiff lo invitara a dar una conferencia en la universidad. Pero como Wilson despreció el trabajo de sus colegas, el director de programación de Cardiff, Brian Davies, a su vez, relativizó su "charla interesante": señaló que Wilson nunca publicó un artículo sobre el tema en una revista académica. "La gente pensaba que estaba loco", se jactó el arqueólogo estrella. "Que tendría que haber comprado una casa en lugar de ese campo. Pero resultó ser la mejor decisión de mi vida".
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