Una madre paquistaní fue sentenciada a muerte luego de que se la hallara culpable de haber quemado viva a su hija en un caso que conmovió a la opinión pública de ese país. Parveen Bibi fue condenada por asesinar a Zeenat Rafiq una semana después de haberse casado con Hassan Khan sin el consentimiento familiar.
El terrible asesinato ocurrió en junio pasado en la ciudad de Lahore, en el Este de Pakistán, cuando Bibi -con la ayuda de otro de sus hijos- roció con kerosene a Zeenat y la prendió fuego en su propia casa. Minutos después, la mujer salió a los gritos de su vivienda reconociendo que había ejecutado a su propia hija por llevar "vergüenza" a su familia. Bibi acusó a su hija de 18 años de haberse casado con un hombre al que su familia no había elegido.
La decisión de sentenciar a muerte a la mujer fue adoptada por el juez Chaudhry Ilyas este lunes a pedido del fiscal Abdur Rauf. El hermano de Zeenat, que participó del crimen, Anees Rafique, fue condenado a vivir en prisión el resto de su vida.
"Luego de matar a su hija, Parveen salió a la calle, se sacó su chal y comenzó a golpearse el pecho, gritando: '¡Gente! ¡Maté a mi hija por mal comportamiento y darle una mala fama a nuestra familia!", reveló la hermana de la sentenciada, Naseem Bibi. "Mi hermana declaró tiempo atrás que no permitiría que su hija se casase con un pashtún", añadió la mujer.
Khan, el joven mecánico de motocicletas del cual se enamoró Zeenat, pertenece a una etnia diferente a la de la familia de su ahora difunta esposa, miembros punjabi. Ese fue el principal motivo por el cual se le prohibió que contrajera matrimonio.
"Luego de vivir conmigo cuatro días, su familia nos contactó y nos prometieron una boda apropiada con una fiesta luego de ocho días. Después podríamos vivir juntos. Zeenat era reacia a volver a su hogar y me dijo que podría ser asesinada por su familia, pero luego accedió luego de que uno de sus tíos se ofreciera como garante", relató Khan.
La desesperación de Zeenat crecía a medida que estaba sola junto con su familia. A tal punto que le pidió a su marido que la fuera a buscar aunque no hubieran pasado los ocho días reglamentarios, según la tradición. "Después de dos días, me llamó y me dijo que su familia se había arrepentido de la promesa y me pidió que la buscara, pero le dije que esperáramos los ocho días. Luego, fue asesinada", concluyó el joven mecánico.
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