El pasado martes 10 de enero, cuatro líderes de la seguridad nacional de los Estados Unidos comunicaron en persona al presidente electo Donald Trump sobre la existencia de información clasificada comprometedora sobre él, obtenida por agentes rusos. Esto volvió a colocar en el centro de la polémica los ciberataques perpetrados por Rusia y desató la ira del republicano, quien acusó a los medios de comunicación de publicar información no confirmada.
Un día después, se supo que Christopher Steele, un ex espía británico de 52 años, habría sido quien elaboró el polémico reporte sobre Trump de 35 páginas.
Tras la circulación de estos documentos, Rusia negó tener información sobre el magnate estadounidense, mientras que éste aseguró que se trataba de una "noticia falsa". Incluso en su discurso de este miércoles comparó este hecho con la época nazi de Alemania.
Sin embargo, fuentes de inteligencia de Estados Unidos y el Reino Unido avalan la credibilidad de Steele, ex espía del MI6 británico.
"Chris es un profesional experimentado y altamente valorado. No es el tipo de persona que simplemente divulgará chismes", aseguró un ex funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores británico que conoce al ex espía desde hace 25 años.
"Si pone algo en un informe, es porque cree que hay suficiente credibilidad en él para que valga la pena considerar. Chris es un tipo muy directo. No podría haber sobrevivido en el trabajo en el que se encontraba si hubiera sido propenso a las fantasías", agregó.
Graduado de Cambridge, Steele vivió dos años en Moscú, a principios de la década de los noventa, cuando sirvía al MI6. Allí consiguió una amplia agenda de contactos de diferentes ámbitos. Especialmente, del político y de inteligencia. Fue tal el valor que significaba para la agencia que era considerado el jefe de esta en la capital rusa, consigna The Guardian.
A lo largo de más de 20 años de carrera, Rusia siempre se cruzaba en el camino del ex espía. En 2006, el envenenamiento en Londres del agente ruso Alexander Litvinenko despertó la alarma de los principales organismos de inteligencia occidentales.
El por entonces jefe del MI6, Sir John Scarlett, necesitaba un oficial de confianza para hacer frente al caso y se inclinó por Steele. Éste, rápidamente, advirtió de que la muerte de Litvinenko se trataba de un golpe del gobierno de Vladimir Putin.
Se cree que no pudo viajar a Rusia por más de 20 años. Pero no sólo mantenía sus contactos, sino además hizo nuevos gracias a las técnicas de la vieja escuela: salir, conocer gente, estrechar la mano, hacer amigos y pagar información.
En 2009, decidió pasar al sector privado. Junto a su socio Chris Burrows, creó la empresa Orbis Business Intelligence, con sede en Londres.
Esta vasta experiencia le valió el respeto y valoración de sus colegas, quienes actualmente respaldan la credibilidad del informe que habría elaborado Steele.
El funcionario del Ministerio de Relaciones Exterior reconoció que el expediente "no es perfecto". Pero aclaró que los informes de inteligencia siempre tienen ciertos "grados de veracidad". "No se trata de un mundo binario donde se puede decir que esto es cierto y esto no es", señaló.
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"La razón más fuerte para dar crédito a este informe es que los profesionales de la inteligencia en Estados Unidos lo toman en serio". La CIA y el FBI habrán tenido en cuenta varios factores antes de determinar la credibilidad de la información, como por ejemplos, los comentarios públicos del presidente electo cuando instó a Rusia a hackear los correos electrónicos de su contrincante, Hillary Clinton.
Mientras tanto, luego de la polémica generada, algunos sostienen que Steele se encuentra "escondido", "temeroso por su vida", por alguna represalia por parte del gobierno de Putin.