Nuevos combates y bombardeos realizados por helicópteros gubernamentales fueron reportados este viernes en el Valle de Barada, 15 kilómetros al noroeste de Damasco, de donde procede la mayor parte de los recursos hídricos para la capital.
Mientras tanto el gobierno se dirigió a la ONU acusando a los rebeldes de "crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad" por haber interrumpido las provisiones de agua a la ciudad.
A su vez los insurgentes afirman que fueron los bombardeos de fuerzas leales los que dañaron las plantas de depuración y por lo tanto la interrupción de la distribución de agua en muchos barrios de la capital a partir del 24 de diciembre.
El gobierno de Damasco afirma que el área del Valle de Barada está excluida del cese de fuego en vigencia desde el 30 de diciembre en Siria por iniciativa de Rusia y Turquía, porque allí -junto a otras formaciones rebeldes- combaten los qaedistas del Fatah al Sham (ex Frente al Nusra), considerados terroristas.
Una decena de facciones rebeldes lo niega y en respuesta a los ataques gubernamentales anunció la suspensión de los contactos en vista de las negociaciones de paz en Astana, programadas para el 23 de enero.
El Observatorio Nacional para los Derechos Humanos afirmó asimismo que una decena de barriles bomba fueron lanzados también hoy por helicópteros gubernamentales sobre pueblos de la región.
Junto a las fuerzas de Damasco combaten también las milicias chiítas libanesas de Hezbollah, aliadas de Irán.