Cuando los astronautas estadounidenses lleguen a Marte —hacia 2030, según anunció el presidente Barack Obama—, se quedarán varios meses, no una cuestión de días, como los que participaron en las misiones Apolo a la Luna. No los espera un hotel cinco estrellas: la superficie de Marte tiene temperaturas extremadamente altas y una atmósfera que no protege contra la radiación. Pero, según anunció la NASA, los esperará una casa de hielo: el material más seguro, práctico y fácil de disponer sin grandes envíos de maquinaria robótica desde la Tierra.
La idea del iglú marciano les resultó extraña en comienzo a los científicos e investigadores del Centro de Investigación Langley (LRC) de la agencia en Hampton, Virginia: "original" y "un poco loca", la calificó el ingeniero de sistemas principal del LRC, Kevin Vipavetz, quien dirigió el encuentro para discutir el diseño. Pero pronto se impuso sobre las alternativas en competencia porque a los participantes les resultó "una solución razonable desde el punto de vista de la ingeniería".
El Directorio de Tecnología Espacial para Misiones (STMD) privilegió tanto la creatividad como la viabilidad del proyecto, que parece una suerte de tubo interior inflable —liviano y fácil de transportar— protegido por un revestimiento exterior de hielo —que se hará en el planeta mismo, que cuenta con reservas de agua— y complementado con objetos impresos en 3D.
En su estudio y en el desarrollo el concepto el LRC se asoció al colectivo de investigación arquitectónica y espacial que formaron SEArch (Space Exploration Architecture) y Clouds AO (Clouds Architecture Office), premiados finalmente por su Iglú de Marte.
Los bordes de la casa inflable se llenan con agua que, se estima, se puede extraer del subsuelo marciano a una tasa de un metro cúbico (1.000 litros, o 264 galones) por día, lo cual permitiría completar el primer paso en 400 días como máximo. "Otro beneficio central es que el agua, una sustancia rica en hidrógeno, es un material excelente para la protección contra los rayos cósmicos galácticos", explicó el comunicado de la NASA. Esa clase de radiación de alta energía "es uno de los riesgos mayores de una estadía prolongada en Marte", enfatizó la central espacial. "Puede pasar a través de la piel y en su camino dañar las células o el ADN, lo cual implica un aumento de la probabilidad de cáncer años después o, en su punto peor, el síndrome de irradiación aguda", que es letal.
Debido al problema de la radiación, se había pensado en hábitats subterráneos, pero eso hubiera requerido el envío de equipo robótico pesado desde la Tierra. Además, quienes vivieran en esos apartamentos enterrados no verían la luz del día, cosa que la casa de hielo permitirá. "Todos los materiales que hemos elegido son translúcidos, así que alguna luz diurna exterior podrá pasar y hacer que uno se sienta en una casa, no en una caverna", dijo el principal investigador del proyecto iglú, Kevin Kempton.
También existe la posibilidad de reciclar esa agua: si se la convierte en combustible para el Vehículo de Llegada a Marte (MAV), y se transformaría en una reserva para la misión siguiente.
El hielo tendrá zonas más gruesas, allí donde habiten los exploradores. "Los investigadores también tienen que considerar una gran cantidad de espacio de trabajo que sea flexible, de modo tal que la tripulación pueda reparar el equipo robótico en el interior, sin la limitación de los trajes presurizados", dijo como ejemplo el comunicado. "Así que para regular las temperaturas dentro de la casa de hielo, se utilizará una capa de dióxido de carbono —un gas que existe en Marte— a modo de aislante entre el espacio de vida y la capa más gruesa de hielo".
El hecho de utilizar materiales locales es de máxima importancia. La investigadora de LRC Sheila Ann Thibeault dijo que hallarlos fue crucial no sólo para evitar la logística del transporte: "Los componentes que se utilizan para hacer la casa de hielo deberán resistir muchos años de uso en el ambiente duro de Marte, que incluye radiación ultravioleta, radiación corpuscular cargada, posiblemente algo de oxígeno atómico, percloratos y tormentas de polvo, aunque no sea tan severo como en la película El Marciano".