Jacob Raak es dueño de una pequeña empresa de Greenville, Delaware, Estados Unidos. Jamás pensó que durante sus vacaciones con amigos en Estambul iba a ser testigo de un acto terrorista. Y menos aún, que lograría sobrevivir al ataque perpetrado en la discoteca Reina gracias a su teléfono celular.
Jacob fue una de las 600 personas que celebraron Año Nuevo en ese club nocturno, ubicado sobre el río Bósforo. A la 1:15 de la mañana, el atacante abrió fuego, asesinó a 39 personas e hirió a decenas más.
La cadena WPVI-TV señaló que su celular pudo haberle salvado la vida, consigna Daily Mail.
El estadounidense recibió un disparo en una pierna, pero la bala golpeó y destruyó su dispositivo móvil. Esto pudo haber ayudado a prevenir el daño en una arteria importante, reconocieron los médicos que atendieron a Jacob.
En diálogo con NBC News, Raak declaró que se quedó en silencio e inmóvil después del ataque y que el pistolero estaba apuntando a la gente tumbada en el suelo.
"Cuando me disparó, no me moví, sólo dejé que me disparara", indicó.
El empresario consideró que es "la persona más afortunada de todas", ya que estaba en un grupo de nueve personas en el club nocturno y siete de ellas fueron fusiladas.
Un informe del Ministerio del Interior de Turquía señala que en la última semana las autoridades detuvieron en total a 147 personas sospechadas de tener vínculos con el ISIS. De estas, 25 fueron finalmente arrestadas.
Por su parte, el Estado Islámico reivindicó el atentado en la discoteca. El grupo yihadista lo confirmó en un comunicado difundido el lunes, en el que afirmó que el ataque fue una represalia por los bombardeos turcos contra la organización terrorista.
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