El automóvil avanzaba por un camino de cornisa muy resbaladizo y peligroso en China, cuando le ocurrió lo peor que podía pasarle en ese lugar: se le descompuso el motor. Tan difícil era manejar por allí que cuando intentó frenar, patinó y quedó a punto de caer. Pero se mantuvo allí.
El conductor llamó inmediatamente al servicio de auxilio mecánico. Tras aguardar algunas horas, llegó la camioneta que debía remolcarlo.
El vehículo tenía que aproximarse en reversa, para subir al otro por detrás. El fracaso no podría haber sido más rotundo. Al empezar a retroceder, el remolcador hizo una mala maniobra y la camioneta empezó a deslizarse de costado por el camino. Primero chocó contra el muro que había a su derecha, y luego colisionó con el auto que debía socorrer.
Como resultado, lo tiró por el precipicio y lo mandó al fondo del agua. Afortunadamente, los ocupantes ya se habían bajado.
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