Philip Morris abrió en 1847 un pequeño local de venta de tabaco en Londres y para 1881 ya se había transformado en una sociedad anónima controlada por su familia. En 1924, después de mudarse a EEUU, la compañía lanzó la marca más famosa de su portafolio: Marlboro.
Para 1983 ya era la tabacalera más grande del mundo, época en que caía con contundencia la evidencia científica sobre los perjuicios del tabaco. A inicios de este siglo, la empresa perdió tres millonarios juicios contra personas enfermas de cáncer, además de una histórica derrota en un litigio contra el gobierno de Uruguay, que finalizó el pasado 8 de julio.
Por eso, la compañía viene elaborando desde hace varios años productos alternativos a sus tradicionales cajetillas, como los cigarrillos electrónicos y más recientemente el IQOS, su cigarrillo sin humo, que ya está a la venta en Japón, Suiza e Italia.
Precisamente en el lanzamiento mundial de este nuevo dispositivo, Andre Calantzopoulos, CEO de la tabacalera, reconoció que la empresa dejará de fabricar cigarros tradicionales.
"Creo que llegará un momento en que tendremos la suficiente aceptación de estos productos alternativos… para empezar a plantearse, junto a los gobiernos, una eliminación gradual de los cigarros convencionales", dijo el ejecutivo durante una entrevista en BBC Radio 4. "Espero que ese momento llegue pronto", añadió
La gigantesca multinacional asegura que su nuevo cigarrillo alternativo permite que los fumadores reciban la misma ración de nicotina que un cigarro tradicional, pero un 90% menos de las toxinas más nocivas del tabaco.
El ejecutivo fue más allá y aseguró que en sus prueba clínicas -las que aún no han sido validadas por organismos externos- apuntan a que IQOS tiene el mismo impacto que dejar de fumar. El producto aún no llega a Latinoamérica, pero la empresa estudia su arribo.
Philip Morris advirtió que IQOS no es un cigarrillo electrónico. Es un dispositivo con una unidad con forma de lápiz en la cual se calienta los cigarrillos a 250°C, a diferencia de los 800°C de un cigarrillo convencional, evitando así la combustión y la producción de humo y ceniza.
El calentador funciona con una batería recargable y los cigarrillos, llamados comercialmente "heatsitcks", son más cortos que los tradicionales, pero están hechos con tabaco, papel y filtro y se fuman de manera similar a los otros.
Desde 2008 hasta la fecha la firma ha invertido más de USD 2.000 millones y contratado a más de 300 científicos e ingenieros para "desarrollar y evaluar productos potencialmente menos nocivos" que los cigarrillos tradicionales. En países como Italia y Suiza estos "heatsticks" ya son comercializados bajo la marca Marlboro.