Musulmanes y cristianos de las fuerzas iraquíes protegen las iglesias de las localidades de mayoría cristiana liberadas recientemente de las manos de los yihadistas, que las utilizaban como bases durante su férreo mandato islamista.
Uno de esos templos, el de Mart Barbara, aún se erige sobre la colina del mismo nombre, a las afueras de la localidad de Karamlís, 27 kilómetros al este de Mosul. Un control de las fuerzas de seguridad protege la entrada al pueblo y un grupo de militares, musulmanes y cristianos, flanquea la iglesia.
Musulmanes y cristianos somos uno, estamos juntos
"No puedo decir que exista una relación entre musulmanes y cristianos en el Ejército iraquí porque somos uno, estamos juntos; para una relación hacen falta dos y nosotros somos uno", indica a Efe el capitán de la Unidad de Protección de Nínive –que forma parte del Ejército–, Neshat Fadl Girgis.
Este alto rango militar, de confesión cristiana, subraya además que sus fuerzas, cuando liberaron Karamlís del control del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), pusieron la cruz cristiana en lo alto de la colina vecina a la iglesia.
Además, colocaron en el templo imágenes de la virgen María y de Jesucristo.
El edificio de Mart Barbara aún asoma imponente y el interior de su patio tiene buen aspecto, salvo por la vegetación quemada y la suciedad.
En su interior, mensajes escritos por los extremistas sunitas muestran aún un halo de presencia de ISIS, pese a que hace una semana que abandonaron el lugar, expulsados por las fuerzas iraquíes.
"No hay iglesia después de hoy a menos que se pague el impuesto", reza una de las pintadas, en referencia al pago que tenían que realizar los cristianos en el "califato".
Antes de que Karamlís y su vecina Al Hamdaniya fueran liberadas la semana pasada, el ISIS utilizaba las iglesias como bases y construían en ellas túneles que les llevaban hacia Mosul.
Los hoy guardianes del templo muestran estas construcciones subterráneas realizadas por los yihadistas, desde donde salen al exterior también ciertas cavidades utilizadas como posiciones de los francotiradores del ISIS.
A pocos metros de la iglesia, vigila el puesto de control de acceso a Karamlís el sargento de la Policía de Nínive Bashar Nayim Abdalá, que formó parte de la ofensiva.
Como musulmán, "me siento muy orgulloso de haber participado junto a mis hermanos cristianos y yazidíes en las operaciones de liberación. Fuimos todos una sola mano", destaca en declaraciones a Efe.
Por ello, espera que reconstruyan la iglesia y que las fuerzas iraquíes sigan avanzando y hagan "lo mismo" en Mosul.
Quien también lo espera es el sacerdote Behnam Lello, párroco de la iglesia Mar Girgis de Bartala, a 20 kilómetros de Karamlís.
"Antes del Daesh (acrónimo en árabe para ISIS), solíamos vivir en sitios muy pacíficos y bonitos, pero cuando vinieron (los yihadistas), en dos horas nos fuimos, dejamos todo atrás. Parte de la gente se fue a Erbil y otra a los pueblos cerca de Dohuk (norte)", recuerda.
Huidos los extremistas, estos cristianos desean volver a sus hogares, aunque –según Lello– todavía es pronto, ya que lo primero es que las fuerzas iraquíes limpien las ciudades de los explosivos que dejó ISIS.
Después, será el momento de restablecer "la electricidad, el agua y las infraestructuras", agrega.
"Necesitamos que el Gobierno, o quien sea, reconstruya nuestras ciudades de nuevo para que podamos volver", añade el párroco, que también pide para ello la ayuda internacional.
Al lado del sacerdote, los miembros de las fuerzas iraquíes conversan relajados. Algunos de ellos, cristianos, llevan incluso símbolos islámicos colgados en fusiles, en señal de agradecimiento por la ayuda de sus compañeros musulmanes en la reconquista de sus templos sagrados y ciudades.
El sargento Abdalá rechaza que los miembros del ISIS se llamen musulmanes y justifiquen sus actos en el islam.
"No son musulmanes, no pertenecen al islam. Son sólo criminales, asesinos. Ojalá ardan en el infierno".
(Edu Marín para EFE)