"Mi esperanza y mi expectativa son las de acercarme más a mis hermanos y hermanas que viven en Suecia. La cercanía hace bien a todos, la distancia sin embargo nos hace enfermar. Nos hacemos presa de los miedos", dijo Francisco en esta entrevista concedida al director de la revista jesuita sueca Signum, padre Ulf Jonsson, en vísperas de viajar a Suecia para el inicio de la conmemoraciones de los 500 años de la Reforma, que se cumplirán el 31 de octubre del año próximo.
Ante la pregunta de qué podría aprender la Iglesia Católica de la tradición luterana, Francisco respondió: "Me vienen a la mente dos palabras: 'reforma' y 'Escritura'. (…) Al inicio, el de Lutero fue un gesto de reforma en un momento difícil para la Iglesia".
Pero más tarde, debido a circunstancias políticas e históricas, "este gesto" se transformó "en un 'estado' de separación y no en un 'proceso' de reforma de toda la Iglesia, que sin embargo es fundamental, porque la Iglesia es semper reformanda (está en permanente reforma)", explicó.
En cuanto a la segunda palabra, "Lutero ha dado un gran paso para poner la Palabra de Dios en las manos del pueblo", dijo el Sumo Pontífice, en referencia al aporte del fraile agustino en la traducción y difusión de la Biblia, y en particular de los Evangelios, y en la alfabetización que permitiera a todos leerla, un privilegio hasta entonces reservado a las personas letradas y conocedoras del latín.
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Cabe señalar que las ceremonias ecuménicas que tendrán lugar en las ciudades suecas de Lund y Malmo no tienen por único objeto conmemorar los 500 años de la Reforma, sino también los 50 años del inicio del diálogo entre la Iglesia Católica y la Luterana.
Francisco destacó los resultados obtenidos en ese proceso, en especial "ese gran documento ecuménico que es la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación".
"Fue un gran paso adelante", afirmó, aunque se manifestó consciente de que, a partir de ahora, "no será sencillo avanzar debido a las diferentes formas de entender algunas cuestiones teológicas".
Incluso citó una frase del papa Pablo VI al Patriarca Atenágoras, de la Iglesia Ortodoxa: "Vamos a continuar los dos adelante y a meter a los teólogos en una isla para que discutan entre ellos". Pero agregó: "El diálogo teológico debe continuar, incluso si no resulta fácil. Personalmente, creo que el entusiasmo debe moverse hacia la oración conjunta y las obras de misericordia, trabajar de forma conjunta para ayudar a los enfermos, los pobres y los encarcelados. Hacer cosas conjuntas es la forma de diálogo más efectiva. También pienso en la educación. Es importante trabajar juntos y no de forma sectaria".
Luego recordó una frase de Benedicto XVI que ya ha citado en otras ocasiones: "La Iglesia no crece por el proselitismo, sino por la atracción". Es decir, por el testimonio.
"Hay una cuestión que debemos tener muy clara en este caso: hacer proselitismo en el ámbito eclesial es pecado –dijo Francisco–. El proselitismo es una actitud pecaminosa. Sería como transformar a Cristo en una organización. Hablar, rezar, trabajar juntos: ese es el camino correcto por el que debemos avanzar".
“Existe un ecumenismo de sangre”, dijo Francisco, en alusión al martirologio en común de los cristianos
"En el ecumenismo el único que nunca comete un error es el enemigo, el demonio. Cuando los cristianos son perseguidos y asesinados, lo son por ser cristianos, no por ser luteranos, calvinistas, anglicanos, católicos u ortodoxos. Existe un ecumenismo de sangre", agregó.
El Papa se refirió también al uso de la religión para la violencia, que tantas veces ha condenado: "No se puede hacer la guerra en nombre de la religión, de Dios: es una blasfemia, es satánico".
Recordando que Suecia es uno de los países más secularizados del mundo, el padre Jonsson le preguntó qué se pierde una persona que no cree en Dios. "No se trata de perderse algo. Se trata de no desarrollar adecuadamente la capacidad de trascendencia. El camino de la trascendencia da lugar a Dios, y en esto los pequeños pasos son muy importantes, incluso para los agnósticos o los ateos. (…) Pero para abrir a los demás a la trascendencia, no es necesario usar muchas palabras o discursos. Quien vive la trascendencia, es visible. Es un testimonio vivo. En la comida que tuve en Cracovia con algunos jóvenes, uno de ellos me preguntó: '¿Qué debo decirle a un amigo que no cree en Dios? ¿Cómo puedo hacer para que se convierta?'. Y le contesté: 'La última cosa que debes hacer es decirle algo para que se convierta. ¡Actúa! ¡Vive! Después, viendo tu vida, tu testimonio, el otro quizás te pregunte por qué vives así'".
En la entrevista, el Sumo Pontífice también se explayó sobre sus vínculos con los luteranos de la Argentina: recordó, por ejemplo, a la teóloga Mercedes García Bachmann, al húngaro Leskó Béla, rector de la Facultad de Teología Luterana (vecina del Seminario jesuita de San Miguel) ,y al profesor de Teología Espiritual Anders Ruuth, de nacionalidad sueca. Sobre este último dijo: "Recuerdo que ese fue un momento de verdad difícil para mi alma. Yo tenía mucha confianza en él y le abrí mi corazón. Él me ayudó mucho en ese momento".
También recordó al pastor Albert Andersen, de la iglesia de Dinamarca (en Argentina), que lo invitó a predicar, y al pastor David Calvo de la Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU). "También él era una gran persona", dijo.
"¿Quién es Jesús para Jorge Mario Bergoglio?", fue la última pregunta. Y Bergoglio dio una respuesta que Lutero hubiera suscripto de buena gana: "Jesús para mí es Aquel que me ha mirado con misericordia y me ha salvado. Mi relación con Él tiene siempre este principio y fundamento. Jesús ha dado sentido a mi vida de aquí en la tierra, y esperanza para la vida futura. Con la misericordia me ha mirado, me ha tomado, me ha puesto en camino…".