Provincia de Sinaí
Ése es el nombre que los terroristas del grupo Ansar Bait al Maqdis adoptaron luego de que, en octubre de 2014, juraran lealtad a Abu Bakr al Baghdadi, el jefe del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Esa alianza no se detendría y alimentaría una ya existente. Los yihadistas egipcios conseguirían mayor apoyo aún de una agrupación tan cercana en la geografía como vital para su crecimiento: Hamas. La cooperación entre ambas milicias es absoluta y variada desde hace tiempo y mantiene a las autoridades egipcias en alerta permanente. Y en la actualidad, ese pacto florece a la espera de un nuevo estallido.
Uno de los protagonistas de ese amenazante joint venture es Shadi al Menei, un comandante de Provincia de Sinaí –dado por muerto en mayo de 2014– que en diciembre de 2015 cruzó a la Franja de Gaza para entrevistarse con los jefes de las Brigadas de Ezzeldin al Qassam, el brazo armado del grupo radical palestino. Si bien nunca se filtró el contenido de las conversaciones que mantuvieron, allí se avanzó en los alcances logísticos, ideológicos y militares que ya habían sido concretados años antes. Ahora, Al Menei, uno de los hombres más buscados por Egipto, representaba también a ISIS.
Las tareas conjuntas que se prometieron en esa ocasión eran diversas: desde ayuda y entrenamiento militar, hasta la excavación de nuevos túneles para el tráfico de armamento y el traspaso de terroristas a través de la frontera entre Gaza y Egipto. La Administración de El Cairo ha destruido muchísimos de estos pasajes clandestinos. Pero los terroristas lograron fortalecerse tras la alianza, y sus estructuras subterráneas son cada vez más.
Desde entonces, por esos túneles se contrabandean –entre otras armas– misiles Kornet de fabricación rusa, con los cuales Provincia de Sinaí ataca tanques y vehículos blindados del Ejército egipcio. El entrenamiento para el correcto uso de esta tecnología habría sido uno de los puntos centrales que se discutieron durante la cumbre de diciembre pasado en el sur de la Franja de Gaza.
Pero además, Hamas entregó rifles de asalto y larga distancia y capacitó en el uso de estos, de granadas, de los célebres lanzacohetes de manufactura soviética RPG y en la colocación de minas y explosivos de todo tipo. Y también otorgó dinero. Mucho dinero. Destinado a financiar sus actividades contra el gobierno central de El Cairo.
Además de la capacitación dada a los reclutas de ISIS en la Franja de Gaza, milicianos de Hamas se trasladaron a los campos de entrenamiento en el Sinaí para mejorar las técnicas de disparo de los Kornet rusos. Y más: instruyeron a sus colegas en Egipto sobre cómo manufacturar sus propios misiles caseros y sus lanzacohetes, basados en su amplia experiencia durante sus recurrentes ataques a Israel.
A cambio, los comandados por Al Menei permiten que Hamas utilice sus amplios depósitos y almacenes en el Sinaí, lugares donde poder ocultar parte de su armamento y tecnología. Algunos de esos arsenales –repletos de cohetes de mediano alcance– fueron localizados y destruidos por el gobierno egipcio en julio de 2014, tres meses antes de que los primeros juraran lealtad al Estado Islámico y se conformara una alianza aún mayor.
La mayor prueba de este pacto se evidenció en julio de 2015. Fue durante un sangriento operativo múltiple y simultáneo contra 17 puestos de control militar y del cuartel de Policía Sheikh Zuweid, en el que murieron 21 agentes. El de Sinaí fue el mayor choque armado en esa península del que se tenga registro desde el conflicto de Yom Kippur en 1973. Además de la ayuda logística y militar, la cooperación de Hamas con sus aliados no terminó allí. Los heridos de Provincia de Sinaí fueron trasladados por túneles hacia la Franja de Gaza, donde recibieron sanaciones y todo tipo de ayuda en hospitales. La supervición de esa asistencia fue hecha por uno de los máximos comandantes de Hamas: Wael Faraj.
Quienes permanentemente son informados acerca de los lazos y las novedades sobre las tareas conjuntas son los altos oficiales de las Brigadas de Ezzeldin al Qassam: Mohammed Deif y Marwan Issa. Los vínculos entre ambas organizaciones se remontan a 2008, cuando el grupo egipcio aún se llamaba Ansar Bail al Maqdis. ISIS ni siquiera existía. En ese entonces, quien llevó adelante las negociaciones fue Ayman Nofal, un palestino con mucha ascendencia entre sus hombres y quien fuera detenido por Egipto ese mismo año. Logró escapar y regresar a Gaza en 2011, durante el colapso del gobierno de Hosni Mubarak. Se sospecha que detrás de su fuga estuvo la sombra de los Hermanos Musulmanes.
Otro de los asistentes de Provincia de Sinaí fue Raed al Atar, quien fue el responsable de la puesta a punto de los yihadistas de la península. Guerra urbana, uso de armas, explosivos y preparación de coches bomba. Esos eran los "dones" que este alto comandante de Hamas ofreció en enseñanza a sus amigos tras las fronteras.
Las ventajas que ambos grupos encuentran en este particular pacto son variadas. Mientras que Provincia de Sinaí consigue en sus vecinos de Gaza un aliado más cercano que el que tiene en Irak, Siria o Libia; Hamas busca presencia en la península para poder apropiarse de recursos y rutas alternativas que le permitan continuar con la manufactura de cohetes. La presencia de los extremistas palestinos en tierra egipcia es cada vez mayor, lo que enciende alarmas en El Cairo.
Pero otro factor clave podría ser la posibilidad de utilizar a Provincia de Sinaí como una plataforma de nuevos ataques contra Israel. Los extremistas especulan que el disparo continuo de misiles desde ese territorio hacia los pueblos israelíes del sur podría significar un nuevo foco y un dolor de cabeza para las Fuerzas de Defensa de la Administración de Benjamin Netanyahu. El triángulo comprendido entre Rafah, Al Arish y Sheikh Zuweid –anhelan– puede ser clave para ello.
En el conflicto desatado en julio y agosto de 2014, cuando los terroristas de Hamas disparaban contra Israel, éstos ordenaron a los yihadistas egipcios –aún identificados como Ansar Bait al Maqdis– que hicieran lo mismo desde sus posiciones en el norte de la península del Sinaí. Hamas aspira ahora a que el fortalecimiento de su alianza pueda ser de mayor utilidad ante una nueva embestida aérea.