"Sigo pensando que está mal que algunos dirigentes europeos declaren no querer que los musulmanes ingresen en sus países, independientemente de si hay una necesidad humanitaria o no. Vamos a tener que seguir discutiendo eso en el seno de la Unión Europea".
Con estas declaraciones efectuadas a Associated Press la pasada semana, la canciller alemana, Ángela Merkel, rechazó la prohibición del ingreso a inmigrantes musulmanes e instó al liderazgo de la UE a una distribución justa de aquellos que intentan ingresar a Europa huyendo de los conflictos en sus países.
La canciller criticó a los países de Europa que se niegan a recibir refugiados musulmanes. Las críticas de Merkel se dirigen especialmente a las posiciones que varios gobiernos de Europa del Este han tomado en respuesta al flujo descontrolado de inmigrantes del mundo islámico.
Merkel aseguró que confía en que los miembros de la Unión Europea puedan llegar a un acuerdo sobre las cuestiones pendientes derivadas de la crisis migratoria, una de cuyas implicancias mayores es la forma de distribuir equitativamente los solicitantes de asilo entre los 28 estados miembros del bloque.
La canciller declaró que "todo el mundo tiene que poner de su parte" y no descartó la posibilidad de pedir sanciones económicas a los países que se nieguen a recibir inmigrantes. Incluso para la publicación de Al Arabiya, del pasado domingo en idioma árabe, Merkel fue más lejos aún, declarando que "los miembros de la UE que se opongan a receptar refugiados podrían ser excluidos de la Unión".
Merkel señaló a Al Arabiya que "se deben ponderar los componentes y antecedentes individuales y que estos puntos deberían ser revisados de forma urgente". Al tiempo que reiteró su postura de que el bloqueo de ingreso a los refugiados sobre la base de su religión es inadmisible.
Muchos ciudadanos alemanes rechazaron sus declaraciones y le recordaron a la canciller los hechos de vandalismo y violaciones de mujeres alemanas a manos de inmigrantes musulmanes que profundizan la polémica dentro de su propio país, al igual que en Hungría y Grecia, países que se sienten profundamente perjudicados por ser utilizados para el ingreso a Europa Occidental por inmigrantes y refugiados.
La líder alemana ratificó su posición señalando: "Sigo pensando que está mal que algunos digan no querer mas musulmanes en Europa, ello independientemente de si hay una necesidad humanitaria o no. Vamos a tener que seguir discutiendo eso en el seno de la UE. Alemania sola no puede hacerse cargo de la gran ola inmigratoria producto de la guerra siria y otros conflictos".
Estos comentarios se producen casi un año después de la decisión de Merkel de permitir que cientos de miles de inmigrantes atrapados en otros países europeos ingresen en Alemania.
Sus opositores le han recordado que esa política suya dio lugar a una masiva ola de inmigración a través de los Balcanes que culminó con la llegada diaria de más de 10.000 solicitantes de asilo en las fronteras alemanas.
En la actualidad, las autoridades alemanas, y en particular los opositores de Merkel, hablan de más de un millón de ingresos sólo durante el año 2015, pero las autoridades migratorias alemanas dijeron que la cifra real era probablemente dos veces superior a esa cifra, si se incluyen las inscripciones y solicitudes del primer semestre de 2016, eso sin contar las personas que ingresaron y aún continúan en la ilegalidad o no han sido registradas por la oficina migratoria de Alemania.
Frank-Juergen Weise, el jefe de la Oficina Federal de Migración y Refugiados, dijo en una entrevista en el semanario alemán Bild Sonntag, que espera una fuerte caída en los números en lo que resta del año 2016, en comparación con lo que ha venido sucediendo desde el año pasado.
Weise declaró que hoy su agencia está trabajando en la planificación y el asentamiento de entre 250.000 y 300.000 recién llegados sólo en el transcurso de este año; lo que se contradice con los índices que maneja la propia Merkel.
Los países de tránsito como Hungría están criticando fuertemente a Merkel e incluso la acusan de amenazar la estabilidad de Europa y de poner en peligro a muchos de los países del viejo continente ante el flagelo del terrorismo islamista. Nunca antes desde el inicio de las oleadas migratorias las relaciones intereuropeas han pasado por un momento tan crítico.
Al tiempo, es un hecho que el sentimiento antiinmigrantes aumentó exponencialmente en Alemania, los partidos nacionalistas de la derecha y hasta en el seno mismo de los demócratas cristianos se manifiestan oleadas de críticas a Merkel; cuyos índices de popularidad se desploman diariamente dentro de la sociedad civil alemanam que muestra profundo rechazo y disconformidad para continuar recibiendo refugiados musulmanes ante el peligro de la infiltración terrorista entre los inmigrantes.