A pesar de la presión internacional, el régimen iraní intensificó en los últimos días su política de ejecuciones. En apenas días jornadas, fueron enviados a la horca 30 prisioneros.
Sólo el jueves pasado fueron asesinados 18 detenidos.
Ese mismo día, siete presos, entre ellos una mujer, fueron ejecutados en la prisión central de Yazd.
La agencia de noticias Rokna informó que cinco de las víctimas fueron acusadas por cargos relaciones con drogas, de acuerdo a lo denunciado por el Consejo Nacional de la Resistencia iraní (CNRI).
Los otros 11 ejecutados ese jueves fueron asesinados en la cárcel de Zahedan, en el sureste del país. Una de las víctimas fue identificada como Hamzeh Rigi.
El sábado 27, en tanto, 12 detenidos fueron enviados a la horca en la prisión central de Karaj. Tres días antes, los reclusos habían sido trasladados a celdas de aislamiento para prepararlos para su ejecución.
Shahin Gobadi, del CNRI, señaló que "a medida que el régimen se hunde más en el aislamiento interno y regional, recurre a más ejecuciones en masa y represión".
"Pero la realidad es que el régimen se encuentra en un callejón sin salida", aseguró.