Los huesos de "Lucy", como se conoce a la Australopithecus afarensis que vivió hace 3,2 millones de años y que es citada como el "eslabón perdido" entre el mono y el ser humano, siguen dando que hablar.
Los restos de Lucy son los más antiguos que se hallaron de un homínido que se haya puesto de pie y caminado erguido sobre sus dos piernas, liberando sus manos para otras tareas, lo que provocaría una revolución en la historia del mundo. Pero Lucy todavía se colgaba de las ramas de los árboles, como sus parientes cercanos, los chimpancés. Y allí estuvo la causa de su muerte.
Desde que fueron hallados en la región de Afar, en Etiopía, en 1972, los huesos de Lucy fueron investigados exhaustivamente por los científicos en busca de claves para desentrañar la evolución humana.
En su último número, la revista Nature publica un informe completo sobre las causas de su muerte, en el que devela que habría sido por una caída de un árbol.
Durante 10 días, los investigadores escanearon cuidadosamente el 40% del esqueleto completo para crear un archivo digital de más de 35.000 cortes.
Durante el estudio de la australopiteca, John Kappelman notó algo inusual: el extremo del húmero derecho se fracturó en una forma que normalmente no se ve en los fósiles, preservando una serie de roturas limpias y nítidas, con pequeños fragmentos de hueso y astillas todavía en su lugar.
"Esta fractura se produjo cuando la mano tocó el suelo durante una caída, impactando las partes del hombro una contra la otra para crear una firma única en el húmero", explica Kappelman, quien participó en el análisis. Al parecer, la lesión es compatible con la fractura de un húmero en cuatro partes causada por la caída desde una altura considerable cuando la víctima consciente estiró el brazo en un intento de evitar el golpe.
Kappelman observó fracturas similares pero menos graves en el hombro izquierdo de "Lucy" y otras de compresión en el tobillo derecho, la rodilla izquierda y la pelvis, y la evidencia aún más sutil, la fractura de la primera costilla, todo coherente con las fracturas causadas por una caída. Sin ninguna evidencia de curación, el investigador concluyó que las roturas se presentaron cerca del momento de la muerte.
Según Kappelman, debido a su pequeño tamaño –apenas superaba el metro de altura y pesaba 27 kilos–, no es extraño que Lucy se alimentara y buscara refugio cada noche en los árboles. Entonces, es posible que se cayera desde una altura de más de 12 metros y golpeara el suelo a más de 56 km por hora. Por las roturas, aterrizó con los pies, preparándose con los brazos para caer hacia adelante, "la muerte siguió rápidamente".
Para el antropólogo no deja de ser "irónico" que el primer antepasado del hombre que se irguió sobre sus pies y comenzó a caminar como lo hacemos hoy haya muerto probablemente al caerse de un árbol.