La organización de un "día del burkini", traje de baño islámico de cuerpo entero, por parte de una asociación de mujeres musulmanas en un parque acuático privado del sur de Francia provocó una fuerte polémica entre los responsables locales, que exigieron su prohibición.
La asociación de mujeres, que trabaja en los empobrecidos barrios del norte de Marsella, había "privatizado" el Speed Water Parc el día 10 de septiembre con la consigna de no llevar un dos piezas, sino un traje de baño que cubriera el cuerpo "del pecho a las rodillas".
"El parque autoriza excepcionalmente el Burkini/Jilbeb (túnica) de baño", señalaba el cartel de la asociación Smile 13. En Facebook, explicaba que esta vestimenta era necesaria por la presencia de profesores de natación masculinos.
"Los niños varones están autorizados hasta los 10 años", precisaba.
Este evento es "comunitarismo recalcitrante", aseguró Florian Philippot, mano derecha de la ultraderechista Marine Le Pen.
Michel Amiel, alcalde de izquierda de Pennes-Mirabeau, localidad de 20.000 habitantes donde se sitúa el parque acuático, anunció que iba a emitir una ordenanza municipal para prohibir el evento por la posibilidad de que provocara "problemas de orden público".
"Considero este evento como una provocación que no necesitamos en el contexto actual. Es comunitarismo puro y duro", declaró el jueves al diario Le Parisien/Aujourd'hui en France este responsable.
La diputada de Los Republicanos Valérie Boyer aseguró en Twitter que "aceptar esta supuesta moda es reforzar el comunitarismo" en Francia. "Pero también es una cuestión de dignidad de la mujeres, una cuestión de respeto de nuestros principios fundamentales", agregó.
En Francia, los signos religiosos, incluido el velo islámico, están prohibido en los establecimientos educativos, salvo en las universidades y para los trabajadores de los servicios públicos.
La aparición de "burkinis" y de hiyabs en colecciones de moda de marcas internacionales fue criticado en marzo por la ministra socialista del Derecho de las Mujeres, Laurence Rossignol, que lo consideró una "promoción del encierro del cuerpo de las mujeres".