La guerra del Estado Islámico en Europa parece haber entrado en una peligrosa nueva etapa, evolucionando desde operaciones altamente coordinadas en los grandes bulevares de París y Bruselas a asaltos amateurs en ciudades y pueblos del interior que de pronto transforman a cualquier persona y lugar en posibles objetivos.
La naturaleza de los ataques de las últimas semanas tiene confundidas a las agencias de inteligencia europeas, que de pronto han convertido la respuesta al terrorismo en una guerra cuerpo a cuerpo que debe pelear una policía ya sobrecargada.
El ataque de esta semana -el brutal degüello de un sacerdote de pueblo en Francia-, pareció ser el comienzo violento de la sublevación que el Estado Islámico viene tratando de despertar entre sus simpatizantes en occidente desde hace años.
Los atacantes incluyen a individuos mentalmente inestables inspirados por el grupo extremista, que en los últimos meses ha incrementado su convocatoria a los "lobos solitarios" a actuar. Otros atacantes pueden haber tenido al menos contactos indirectos con el grupo. Para sumar al caos, ocurrieron dos ataques altamente violentos en Europa sin motivación política clara, incluyendo a un adolescente alemán-iraní que produjo una matanza en un centro comercial de Múnich.
Incluso los cuatro ataques en dos semanas -dos en Alemania y dos en Francia- reivindicados por el Estado Islámico fueron aterradoramente diferentes.
Las armas: un camión, un hacha, un cuchillo y una bomba.
Las víctimas: juerguistas que celebraban los fuegos artificiales por el aniversario del Día de la Bastilla, gente que viajaba a sus trabajo en el tren, espectadores de un festival de música y un cura.
Los lugares: desde pequeños pueblos hasta una gran ciudad costera como Niza.
Lo azaroso de los ataques, afirman los expertos, hace que para las fuerzas de seguridad sea todo cada vez más complicado pues los posibles blancos son ilimitados, al igual que los medios utilizados y el perfil de los atacantes.
"Estamos ante una expansión masiva del fenómeno y es bastante preocupante que veamos los ataques ir en esa dirección", afirmó Raffaello Pantucci, un experto en terrorismo del London Royal United Services Institute. "Si ocurre en pueblos remotos, Dios sabe dónde, ¿qué dice esto sobre la cantidad de policía que necesitaríamos por todo el país?", agregó. "Las fuerzas de seguridad ya vienen trabajando a tiempo completo hace mucho. No se puede mantener esa intensidad por un período prolongado. La gente simplemente se cansa".
Si existe algún patrón, puede estar en lo que Rita Katz, directora del SITE Intelligence Group con sede en Estados Unidos, describe como una intensificación del antiguo esfuerzo del Estado Islámico para promover acto violentos por parte de sus simpatizantes en occidente. Katz afirma que su grupo, que monitorea la actividad yihadista en las redes sociales, detectó un aumento de la presencia de ISIS desde mayo, cuando su vocero, Abu Muhammad al-Adnani, emitió una grabación para estimular a individuos sin contactos directos con su organización a pasar a la acción.
"Los llamado a 'lobos solitarios' por parte de ISIS se han incrementado notablemente en occidente, especialmente después de cada nuevo ataque", cuenta Katz. El grupo terrorista también se está volviendo más oportunista y busca nuevos nichos. En los últimos dos meses, por ejemplo, se nota un incremento de los mensajes del Estado Islámico en portugués, en la víspera de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. En los últimos días, la policía brasileña arrestó a 14 personas sospechosas de planificar atentados durante los juegos.
Algunos ataques parecen involucrar a afiliados de ISIS pero otros no. "Tenemos una visión de ISIS como un espectro en el que, en una punta los individuos son inspirados por su narrativa y propaganda, y en la otra los miembros del Estado Islámico guían directamente sus operativos", explica un funcionario estadounidense de contrainteligencia que acepta hablar sin revelar su identidad.
El nuevo patrón expande el miedo en Europa, sobre todo en lugares alejados de capitales como París o Berlín, que alguna vez parecieron blancos más probables. En países que ya estaban bajo máxima alerta, agrega presión sobre los servicios de seguridad y la policía. Un problema, afirman los expertos, es que detectar a los posibles atacantes no es como olfatear a las células terroristas tradicionales. En Alemania, por ejemplo, dos ataques fueron perpetrados por solicitantes de asilo -un adolescente afgano que llevaba un hacha y un hombre bomba sirio de 27 años- que juraron fidelidad al Estado Islámico. Aparentemente, ambos le enviaron al grupo terrorista sus videos antes de le ataques.
Pero las autoridades alemanas, al menos por ahora, creen que no tenían conexión directa con el grupo y tratan todavía de ver cómo fue que se radicalizaron por su cuenta. Mientras tanto, la policía está tan sobrecargada de tareas que algunos alemanes han comenzado a discutir un llamado a las fuerzas armadas a involucrarse en operaciones de contraterrorismo.
La policía alemana dice estar en su punto límite. "No hay que crear falsas ilusiones en nuestras capacidades, especialmente cuando varias ciudades son golpeadas en simultáneo", dijo Raine Wendt, jefe federal del sindicato alemán de policía. "Necesitamos por lo menos 20 mil oficiales adicionales, pero aún así no alcanzaría". El problema, afirma, es que los atacantes recientes no eran parte de células terroristas sofisticadas. "Si ISIS tuviera estructuras en Alemania, podríamos monitorearlas", dice Wendt, que sostiene que la policía alemana "hace tiempo que alcanzó su límite" en la vigilancia de sospechosos de terrorismo.
"Estimo que hay entre 400 mil y 500 mil inmigrantes en nuestro país que no están registrados o lo están con identidades falsas", dijo Wendt. Contó, por ejemplo, que el atacante afgano que el 18 de julio utilizó un hacha y un cuchillo para herir a cinco personas en un tren bávaro parecía bastante mayor que los 17 años anotados en su documento.
Pantucci asegura que es muy pronto para saber si esta ola de ataques es parte de un plan más grande del Estado Islámico u otros grupos extremistas. Si no fuese así, aún así es preocupante: los ataques recientes podrían ser obra de asesinos por emulación.
"Esta gente siente que quiere hacer algo, mira a su alrededor lo que está ocurriendo y decide que éste es el momento para hacerlo"", afirma. "Ellos se dan cuenta que no necesitan ser parte de una comunidad extremista. 'Yo puedo hacer algo y decidir que soy parte de una causa más amplia'". Y esto, concluye Pantucci, "comienza a causar problemas mayores para las agencias de seguridad porque por cada extremista que opta por atacar, hay muchos otros que han dicho exactamente lo mismo pero no actúan con el mismo impulso. No se puede detener a cada psicótico".
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