"Este golpe es una bendición de Alá porque nos permitirá purgar el Ejército", dijo Recep Tayyip Erdogan al arribar a Estambul, tras derrotar al alzamiento armado. Bendición o no, el presidente turco lo está tomando como una oportunidad para profundizar su proyecto político.
Las movilizaciones populares fueron determinantes para el fracaso de los insurrectos, y le dieron al gobierno la certeza de que cuenta con un respaldo importante. Con ese capital, y con el razonable argumento de separar del Estado a quienes se alzaron contra la Constitución, comenzó una limpieza que ya afectó a unas 60.000 personas, y que no se sabe hasta dónde puede llegar.
"Erdogan empezó la purga entre los militares, pero no se detuvo allí. Ahora está purgando las universidades y hasta las escuelas públicas. Turquía está definitivamente volviéndose más autoritaria e islamista", dijo Ahmet Kuru, director del Centro de Estudios Islámicos y Árabes de la Universidad Estatal de San Diego, Estados Unidos, en diálogo con Infobae.
En apenas una semana, arrestó a 7.500 soldados y a 1.000 policías, y removió de su cargo a otros 7.000; suspendió a 3.000 oficiales de justicia, entre ellos 1.481 jueces; despidió a 15.200 funcionarios del Ministerio de Educación; les revocó la licencia a 21.000 docentes privados; les pidió la renuncia a 1.577 decanos universitarios; desplazó a 1.500 miembros del Ministerio de Finanzas; y expulsó a 492 clérigos.
"El vasto número de personas alcanzado tan rápidamente hace sospechar que estos individuos ya estaban en una lista negra. Erdogan pudo hacer esto gracias a unos 200 mil miembros de las fuerzas policiales y de inteligencia que le son extremadamente leales", explicó Alon Ben-Meir, experto en Medio Oriente del Centro de Asuntos Globales de la Universidad de Nueva York, consultado por Infobae.
Lo único más impactante que la magnitud de la limpieza que se está realizando es que la mayoría de los desplazados no son militares ni policías, sino funcionarios educativos. Éste es el principal motivo para pensar que el objetivo de fondo es aumentar el control sobre la sociedad civil y extinguir cualquier foco de pensamiento crítico. La medida que faltaba para completar este plan se conoció el miércoles 20: la declaración del estado de emergencia por tres meses, que suspende distintas garantías constitucionales.
"Si bien Erdogan dijo durante una entrevista reciente con la cadena Al Jazeera que Turquía permanecerá dentro del sistema democrático parlamentario, muchas personas ven la declaración del estado de emergencia y la suspensión temporaria de la Convención Europea de Derechos Humanos como el último clavo en el ataúd para la democracia", dijo a Infobae Hikmet Kocamaner, profesor del Centro Crown de Estudios Mediorientales de la Universidad Brandeis, Estados Unidos.
El avance del autoritarismo en Turquía
Mustafa Kemal Atatürk, general del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y uno de los responsables del genocidio armenio, fundó la República de Turquía en 1923 con un criterio bastante original para la región: construir un país moderno y laico. Este esquema se mantuvo durante casi todo el siglo XX, pero se empezó a resquebrajar a partir de 2003, cuando asumió el poder el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan, de tendencia islamista.
"Hay que tener en cuenta las medidas que venía tomando el gobierno contra toda forma de disenso político, y las limitaciones impuestas a la libertad de expresión y a las libertades académicas, especialmente desde las protestas en el Parque Gezi. No parece poco probable que Erdogan vaya a usar magistralmente esta oportunidad para consolidar su régimen autoritario más que proteger la democracia", sostuvo Kocamaner.
Erdogan, que asumió como primer ministro y luego pasó a ser presidente, fue concentrando cada vez más poder. De a poco convirtió el sistema parlamentario en uno cuasi presidencialista, y la república laica retrocedió frente al avance de las instituciones religiosas, cada vez más influyentes en la educación y el orden público. Todo indica que el frustrado golpe le dio a AKP la excusa definitiva para avanzar a fondo en este proceso.
"No hay dudas de que se volverá todavía más autoritario —dijo Ben-Meir—. No perdió tiempo en comenzar una masiva caza de brujas. Cientos, sino miles, van a languidecer en la cárcel bajo las leyes de emergencia que permiten las detenciones administrativas indefinidas sin cargos formales. Aún más ominoso es lo que está haciendo en las instituciones educativas superiores, prohibiendo a los profesores cualquier viaje al extranjero, incluso para propósitos académicos".
Desde la óptica del gobierno, las cosas son muy distintas. El argumento oficial es que hay sectores en el ejército y en la sociedad que conspiraron contra la democracia, y que la única forma de salvarla es desplazarlos. Estos serían los que responden a Fetullah Gülen, un imán radicado en Estados unidos desde 1999, a quien Erdogan acusó de haber orquestado el golpe.
"Él y su organización intentaron ganar posiciones clave en cada sector del Estado y de la sociedad, incluyendo las Fuerzas Armadas, la inteligencia, la educación y los medios. El golpe del 15 de julio fue un intento de la junta gülenista, pero fue derrotado por la gente, Erdogan, el ejército y el gobierno. El presidente planea eliminar a cada elemento gülenista", dijo Bilal Sambur, profesor de Universidad de Ankara, Turquía, consultado por Infobae.
A diferencia de lo que plantea la mayoría de los analistas internacionales, para el académico turco no hay ninguna posibilidad de que en los próximos meses aumenten el autoritarismo y la islamización. Desde su punto de vista, era Gülen el que representaba la verdadera amenaza de autoritarismo.
El temor de investigadores como Kocamaner es que las purgas de los supuestos "elementos gülenistas" sirvan para ocupar toda la estructura estatal con seguidores de Erdogan. Esto podría traer graves consecuencias para el país.
"Puede que el Gobierno vuelva a instaurar la pena de muerte y ejecute por traición a los militares que planearon el alzamiento—dijo el académico de la Universidad Brandeis—. En 2002 había sido eliminada la pena de muerte para delitos en tiempos de paz, y en 2004 para todos los crímenes, como parte de las reformas realizadas en materia de derechos humanos para que Turquía ingrese a la Unión Europea (UE). Restablecerla pondría definitivamente en riesgo esa posibilidad".
Una relación cada vez más tensa con Europa y Estados Unidos
"Más allá de toda la retórica nacionalista, es la profunda integración política y económica con Occidente lo que hace a buena parte de las relaciones de poder de Turquía. Aislarse completamente de Estados Unidos y de la UE, al final, terminaría debilitando ese poder. Más aún, cualquier intento de islamización inducido desde el Estado va a aumentar las aspiraciones de los grupos radicales en el país, que ya son una amenaza para el gobierno del AKP", explicó a Infobae Dietrich Jung, profesor del Centro de Estudios Contemporáneos sobre Medio Oriente de la Universidad del Sur de Dinamarca.
Bisagra geográfica y cultural entre Oriente y Occidente, Turquía fue siempre un aliado clave para las potencias occidentales en la región. El giro autoritario de Erdogan durante los últimos años fue tensando esa relación. La reacción que está teniendo frente al golpe profundizará las diferencias.
"Las relaciones exteriores de Turquía son un caos —continuó Jung—. La política de compromiso con Medio Oriente fracasó casi por completo. Hasta ahora, la fortaleza militar era el activo más reconocido del país en la región. La criminalización de una parte sustantiva del ejército y el nombramiento de oficiales amigos del régimen debilitará a las Fuerzas Armadas en los próximos años".
Otro factor que lo está alejando cada vez más de las potencias es el recrudecimiento de la ofensiva contra el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que pelea por el reconocimiento territorial de los kurdos que viven en Turquía. Las milicias kurdas en Siria e Irak son el brazo armado de Estados Unidos en la lucha contra ISIS.
La mirada del docente de la Universidad de Ankara es también discordante en cuanto a la situación de la política exterior. "Turquía es una aliado clave de Estados Unidos, un miembro fundador de La OTAN y candidato a ingresar a la UE —dijo Sambur—. No cambiará su política exterior después del 15 de julio. Pero sí tratará de diversificar sus relaciones. Mantendrá el vínculo con Estados Unidos y desarrollará nuevas asociaciones con Rusia, China, India y otros".
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— Infobae América (@InfobaeAmerica) July 16, 2016
En cualquier caso, el golpe puede terminar con un efecto paradójico. Por un lado, Erdogan es hoy más fuerte que antes, porque está aumentando su capacidad de control sobre la sociedad. Pero desde el punto de vista externo, se está debilitando. Basta con que se reduzcan las inversiones externas de las que tanto depende el país para que su economía empiece a sufrir.
En los próximos meses habrá que ver cuál es la reacción de Occidente ante el nuevo panorama en Turquía. Las principales cancillerías fueron categóricas al repudiar el levantamiento militar, pero no está claro si se atreverán a cuestionar la respuesta represiva de Erdogan.
"Si las potencias occidentales, lideradas por Estados Unidos, hubieran sido más vehementes en condenar el ejercicio irregular del poder por parte de Erdogan, este trágico episodio se podría haber prevenido. Quizás llegó el momento de que la UE y Estados Unidos se replanteen las relaciones con Turquía y dejen de facilitarle a Erdogan el avance de su reinado", concluyó Ben-Meir.
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