El ataque en Múnich y un recuerdo escalofriante: la masacre de Noruega

Hace exactamente cinco años un neonazi protagonizaba la peor matanza en la historia de Noruega. El ataque en Munich y un grito que podría orientar a los investigadores

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Anders Breivik es el neonazi
Anders Breivik es el neonazi que atentó contra las víctimas de Utoya (AP)

El 22 de julio de 2011, un neonazi identificado como Anders Breivik asesinó en la isla de Utoya, Noruega, a 77 personas desarmadas, provocando la mayor masacre en la historia de ese país. Cinco años después, un hombre armado no identificado por el momento generó su propia cacería en un centro comercial de Múnich.

Este viernes por la tarde, en el Olympia Shopping Centre de esa ciudad alemana, un tirador asesinó al menos a nueve e hirió a una veintena de víctimas, según confirmó la Policía local. Según testigos, el agresor germano habría gritado mientras disparaba: "¡Extranjeros de mierda! ¡Soy alemán!".

¿Un siniestro "homenaje" a Breivik?

De confirmarse esta versión, el móvil del ataque terrorista no habría sido islámico, como se creía en un principio, sino de espíritu nazi. La fecha elegida por el agresor no habría sido casual, teniendo en cuenta el trágico aniversario que se recordaba hoy.

Durante el tiroteo en Múnich,
Durante el tiroteo en Múnich, uno de los atacantes habría gritado: “¡Extranjeros de mierda! ¡Soy alemán!”

Esta mañana, Noruega recordó a las víctimas que perdieron su vida en la isla de Utoya. La primera ministra noruega, Erna Solberg, participó en los actos y dijo: "Es uno de los días más oscuros en la historia de Noruega". Esa jornada, Breivik asesinó a 77 personas, la mayoría adolescentes que pertenecían al Partido Laborista.

En 2012 Breivik fue condenado a 21 años de prisión por asesinato múltiple y terrorismo. La sentencia, sin embargo, podría ser extendida indeterminadamente hasta tanto las autoridades consideren que es una amenaza para la sociedad.

La masacre realizada por este neonazi traumatizó a gran parte de la población de 5 millones de noruegos. Se calculó que uno de cada cuatro habitantes de ese país conocían a alguna de las víctimas o alguno de sus familiares que murieron en Utoya.

(AP)
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