La libertad con la que los creadores del Pokémon Go pretenden que los usuarios se muevan por el mundo, a la caza de monstruos y otras criaturas virtuales, está llevando a los jugadores a ingresar a espacios de historia y memoria colectiva como si fueran terrenos de diversión.
Ante el creciente fenómeno, el Museo Nacional Auschwitz-Birkenau, en Polonia, comunicó su decisión de prohibir a sus visitantes jugar en el recinto del antiguo campo de exterminio nazi, donde al menos un millón y medio de hombres, mujeres y niños perdieron la vida.
"No se permite jugar a #PokemonGO en nuestro Memorial ni en lugares similares. Es irrespetuoso por múltiples cuestiones", indicaron las autoridades del museo en Twitter el martes, según reportó la agencia de noticias AP.
Asimismo, el Museo Estadounidense Conmemorativo del Holocausto (USHMM), ubicado en Washington, expresó su acuerdo con el hecho de que el lugar de conmemoración a las victimas y los sobrevivientes del holocausto, sea rubricado como "PokeStop".
"No es apropiado", sancionó el director de comunicaciones, Andrew Hollinger, en una entrevista con el diario estadounidense The Washington Post. "Estamos averiguando si podemos conseguir que el museo sea excluido del juego", agregó.
El juego que el lunes ya había sido descargado más de siete millones de veces, está basado en la tecnología de realidad aumentada. Y allí está la clave de su éxito: permite a los usuarios rastrear lugares del mundo real para encontrar a pequeñas criaturas virtuales llamadas Pokémons.
El juego -desarrollado por Niantic Inc. y distribuido por Nintendo- debutó en los Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. Su rápida difusión ha provocado que usuarios invadieran propiedades privadas o traspasaran zonas cerradas al público, en busca de Pikachus y Bulbasaures.
Muchos otros lugares de valor histórico se encuentran invadidos por animalitos virtuales, como se puede ver en las fotos compartidas en las redes sociales por usuarios del videojuego.