Según estadísticas oficiales, en 2015 la policía de los Estados Unidos disparó de muerte a más de 960 personas; de aquellas que no portaban armas, el 40% fueron varones afroamericanos. En el total de la población, ese grupo demográfico representa el 6% solamente. Esa disparidad es una de las razones detrás de las protestas antirracistas que esta semana se reavivaron por el homicidio de Alton Sterling, en Baton Rouge, Louisiana, y Philando Castile, en Saint Paul, Minnesota. En una de esas protestas, en Dallas, Texas —a pocos metros de donde fue asesinado el presidente John F. Kennedy en 1963—, Micah Xavier Johnson, un afroamericano veterano de los combates en Afganistán, hirió a siete policías y mató a cinco.
Las acusaciones de discriminación contra las autoridades han existido desde el origen mismo de una nación que vivió la esclavitud, la Guerra de Secesión con esa cuestión en el centro, y el segregacionismo hasta que a mediados del siglo XX surgió el movimiento por los derechos civiles.
Es llamativo, sin embargo, que el caso por el cual comenzó la ola de malestar social que dio origen al movimiento Black Lives Matter haya comenzado —en agosto de 2014, con el asesinato de Michael Brown en Ferguson, Missouri— como el eco de una muerte que no sucedió a manos de un policía. Pero cuando un miembro de una patrulla de vigilancia vecinal, George Zimmerman, quedó libre tras haber matado al adolescente desarmado Trayvor Martin en 2012 en Sanford, Florida, un sentimiento de injusticia conocido conmovió al país.
Desde entonces los casos de afroamericanos asesinados por policías blancos ganó la atención del público. Entre ellos se destacan los que causaron movilizaciones públicas:
Eric Garner, 17 de julio de 2014, ciudad de Nueva York. "No puedo respirar", repitió el hombre de 43 años cuando el policía Daniel Pantaleo lo sometió a una llave de estrangulamiento. Aunque la maniobra no es legal y Garner murió —sus palabras se convirtieron en una suerte de mantra del movimiento pro-reforma policial—, Pantaleo no fue imputado.
John Crawford, 5 de agosto de 2014, Dayton, Ohio. El joven de 22 años tenía en sus manos, en un supermercado Walmart, un arma de jugote. Los oficiales Sean Williams y David Darkow, que le dispararon, no fueron imputados.
Michael Brown, 9 de agosto de 2014, Ferguson, Missouri. El oficial Darren Wilson disparó contra el muchacho de 18 años que había sido acusado de robar cigarrillos, y en la persecución se volvió para enfrentar al policía. Cuando un gran jurado se negó a ordenar que se presentaran cargos contra Wilson comenzaron las protestas —en Ferguson, con violencia— en distintas ciudades del país.
Tamir Rice, 22 de noviembre de 2014, Cleveland, Ohio. El niño de 12 años tenía un arma de juguete que los policías Timothy Loehmann y Frank Garmback confundieron con una real. La familia del menor ha hecho juicio por homicidio por negligencia contra los oficiales y contra la ciudad.
Walter Scott, 4 de abril de 2015, North Charleston, Carolina del Sur. El oficial Michael Slager disparó por la espalda contra el hombre de 50 años que salió corriendo de su auto al ser detenido por tener una luz rota en su automóvil. El policía fue dado de baja y acusado de homicidio.
Freddie Gray, 19 de abril de 2015, Baltimore, Maryland. Una semana luego de su arresto, el hombre de 25 años murió en el hospital por una lesión a su médula espinal causada durante el arresto —por posesión de un arma blanca que no se comprobó— y el viaje sin cinturón de seguridad en una camioneta policial, de la cual salió en emergencia médica. Los oficiales que participaron de su arresto fueron separados de su cargo e imputados por el homicidio; las protestas se repitieron —con gran violencia en Baltimore— en las principales ciudades del país.
Y ahora, Sterling y Castile.
"Creo que su error fue ser negro en el lugar equivocado", comentó la madre de Castille a The New York Times. Desde niño le había enseñado a Castille que si se topaba con la policía, tenía que hacer caso siempre, le dijo a CNN.
En sus palabras resonó el dictamen —en disidencia— la jueza asociada de la Corte Suprema Sonia Sotomayor para el fallo de Utah vs. Strieff sobre detención policial indebida. La primera latina que llegó al Tribunal Supremo de los Estados Unidos escribió: "Durante generaciones, los padres negros y mestizos han tenido con su hijos la conversación, para enseñarles que nunca deben correr por la calle, que tienen que mantener siempre las manos donde se las puedan ver, que no tienen que contestar a los extraños, todo por miedo a cómo reaccionará un oficial con un arma".
Bob Dylan cantó en "Hurricane", la canción que le dedicó a la prisión injusta del boxeador Rubin Hurricane Carter: "If you are black you might as well not show up on the street, 'less you want to draw the heat" ("Si eres negro mejor ni aparezcas en la calle, salvo que quieras que te den"). También dijo que "The Times They Are'a'Changing" ("Los tiempos están cambiando") pero ya pasó mucho desde que lo hizo, en 1964, y algunas cuestiones contra las que protestó persisten.
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