La Casa Blanca bloqueó el martes nuevos contratos de perforación petrolera y gasífera en regiones del Ártico y el Atlántico, en una apuesta de alto riesgo para evitar la exploración futura y atar las manos de Donald Trump cuando asuma la presidencia el 20 de enero.
Trump ha exhibido una estridente postura favorable al petróleo, por lo que el gobierno saliente de Barack Obama parece haber puesto en marcha una acción defensiva.
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Obama anunció que estaba delineando franjas del Ártico y el Atlántico que estarán "indefinidamente fuera de los límites para futuras subastas de petróleo y gas".
El área de protección cubre una zona del Ártico aproximadamente del tamaño de España o Tailandia y 31 cañones marítimos en el Atlántico.
Un alto funcionario del gobierno de Obama dijo que había una "base legal sólida" para la medida, y sugirió que Trump no podría revocar la decisión sin un acto del Congreso.
La acción, basada en una ley de los años 50, fue tomada en tándem con el gobierno canadiense e introduce un dolor de cabeza adicional si Trump pretendiera revocarla.
Obama dijo en una declaración que las medidas "protegerían un ecosistema sensible y único".
También advirtió que el riesgo de derrames de petróleo "son significativos", y la capacidad de "limpiar de un derrame en las duras condiciones de la región es limitada".
La sombra de Deepwater Horizon
El segundo año de Obama en la Casa Blanca se vio marcado por el catastrófico derrame de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon, que vertió millones de barriles de crudo en el Golfo de México.
El derrame no pudo detenerse durante 87 días, devastando la vida silvestre y las comunidades dependientes de la pesca en los estados de Luisiana, Misisipi, Florida y Alabama.
El American Petroleum Institute, un grupo de presión de la industria, advirtió que la decisión de Obama de "bloquear la exploración offshore debilitará nuestra seguridad nacional, destruirá empleos bien remunerados y podría hacer que la energía sea menos asequible para los consumidores".
Los ocho años de gobierno de Obama han dado como resultado la aprobación de un gran número de nuevas leyes ambientales, con la protección de los ecosistemas marinos, la reducción de las emisiones de carbono y el aumento de la energía renovable.
Además, Obama se apresuró a ratificar el Acuerdo de París sobre el clima en un tiempo récord para asegurarse de que no pudiera ser archivado por la nueva administración.
Muchas leyes han sido acabadas, haciéndolas difíciles de revertir. Estados como California también han introducido su propia legislación favorable al clima.
Pero es probable que la agenda de Obama caiga bajo agresión sostenida del gobierno de Trump, quien designó al jefe de la gigante petrolera Exxon, Rex Tillerson, como su secretario de Estado, y a Scott Pruitt, un incrédulo del cambio climático, como director de la Agencia de Protección Ambiental.
Los funcionarios del gobierno saliente temen que Trump, aunque no pueda cambiar el Acuerdo de París, lo socave fatalmente.
Trump una vez escribió que el calentamiento global era una conspiración china: "El concepto de calentamiento global" fue "creado por y para los chinos con el fin de hacer no competitivas a las industrias de EEUU", escribió Trump en Twitter en 2012.
Con información de AFP
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