El centro neurálgico del Poder Ejecutivo estadounidense pasó por dos semanas de intensos trabajos de remodelación, aprovechando las vacaciones del presidente, Donald Trump, llevando a cabo necesarias reformas en el Ala Oeste.
Mientras duraron los trabajos, los asesores del mandatario se instalaron temporalmente en el edificio de la oficina ejecutiva Eisenhower.
Como el resto de la Casa Blanca, cuya primera piedra fue puesta en 1792, el Ala Oeste necesita cada tanto un poco de chapa y pintura. Este año, las obras estuvieron centradas en modernizar el sistema del aire acondicionado.
La última gran renovación se remonta al gobierno de Richard Nixon (1969-1974), que decidió construir la sala de prensa (conocida en inglés como "briefing room"), con 49 asientos para los principales medios de comunicación acreditados, encima de la piscina hecha en 1933 para Roosevelt.
Las obras de este año no tienen nada de especial, aunque adoptaron otra dimensión cuando la revista Golf afirmó que Donald Trump considera el edificio público más famoso de Estados Unidos "un verdadero cuchitril". El magnate inmobiliario, acostumbrado a la opulenta decoración de sus hoteles, negó categóricamente haber dicho nunca tal cosa y publicó: "Amo la Casa Blanca".
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