El pasado 30 de junio se cumplió un año de la llegada de Rodrigo Duterte a la presidente de Filipinas. Una gestión que se vio marcada por la sangrienta lucha contra el narcotráfico que emprendió el mandatario.
En estos 365 días de gobierno, ya murieron cinco mil personas. Aunque el Ejecutivo justifica todas esas muertes con el narcotráfico, algunos casos no se han podido probar y quedaron impunes, consigna Daily Mail.
Como el caso de Kristita Padual, de 29 años, quien en marzo pasado disfrutaba de una noche con sus amigos cuando de repente dos hombres enmascarados la asesinaron de un disparo en el corazón.
A día de hoy, no se sabe por qué Kristita fue atacada.
La policía local, que responde a Duterte, señala que la joven tenía una pequeña dosis de metanfetamina en su cuerpo. Sin embargo, esa afirmación nunca pudo ser probada. Otras versiones, en tanto, indican le dispararon por haber presenciado otro asesinato en la calle.
Desde su llegada al poder, el presidente filipino dio luz verde a todas las fuerzas de seguridad a disparar contra los miembros del narcotráfico y llamó a la sociedad a sumarse a iniciativa para ejecutar traficantes y adictos.
El jefe de Estado recibió numerosas críticas por incentivar y dar lugar a matar con impunidad y sin justificación, lo que constituye crímenes de lesa humanidad.
Desde el mes de mayo Duterte enfrenta otra preocupación: la presencia de terroristas del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en la ciudad de Marawi.
Una de las primeras medidas que aplicó el presidente filipino fue imponer la ley marcial.
La amenaza yihadista en el país continúa y los extremistas ya llevaron a cabo varios ataques en la ciudad sureña.
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