El polémico festival de carne de perro, celebrado en la ciudad china de Yulin, se inició este miércoles bajo medidas de vigilancia que fueron cumplidas parcialmente, luego de la entrada en vigor de una ley que prohibió la venta del animal en forma de alimento.
Las medidas fueron lanzadas seis días antes del solsticio de verano, fecha que da comienzo al evento, ante los disturbios ocurridos el año pasado y la presión de activistas. Sin embargo, el enfado de los comerciantes (mayormente instalados en el mercado de Nanqiao) logró que las autoridades acordaron a último momento permitir la venta un máximo de dos perros por puesto, cifra que fue superada por varios negocios.
"Es alentador ver cómo las autoridades de Yulin están aplicando su compromiso de prohibición. Demuestra que, aunque la medida no es perfecta, está teniendo un verdadero impacto", destacó a Peter Li, analista político de la Humane Society International (HSI), uno de los grupos líderes en la lucha contra el comercio de carne de perro en China, que afirmó que varios activistas grabaron cómo la Policía de Yulin obligaba a algunos vendedores a cerrar sus puestos de venta.
Según la organización, varios activistas chinos que hicieron guardia el pasado día 15 en el popular mercado de Dongkou señalaron que los volúmenes de carne a la venta eran "mucho menores" que en años anteriores.
Por su parte, el departamento de Promoción de Yulin afirmó la semana pasada en declaraciones al diario Beijing News que el festival "no es un festival oficial", y que el Gobierno municipal "no ha sacado ninguna política para prohibir la venta de carne de perro".
"Por supuesto que todos queremos ver un fin total e inmediato de la venta de carne de perro en Yulin, pero siempre hemos sabido que su fin no va a ser tan simple como apagar una luz", aseveró Li.
Reporteros denunciaron que varios comerciantes amenazaron con represalias a quienes intentaban fotografiar el lugar. "El festival continuará. Jóvenes, ancianos, hasta bebés comen carne de perro. Es tradición", argumentó Chen Bing, un oficinista de 25 años.