La población de Filipinas está atrapada entre dos sangrientas guerras: la del ejército con el narcotráfico y contra los terroristas del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). El gobierno del presidente Rodrigo Duterte informó que más de cien personas ya murieron por los combates con los yihadistas.
El terror avanza, y ya han huido más de 50.000 personas de la ciudad de Marawi, ubicada en el sur del país.
Según consigna Daily Mail, los jóvenes combatientes de ISIS obligan a la población filipina a recitar el Corán. Si no lo hacen, son acribillados inmediatamente.
Esta sangrienta ola de enfrentamientos comenzó la semana pasada, cuando un grupo de terroristas irrumpió en la ciudad agitando banderas del Estado Islámico.
Una mujer que logró huir reveló a The Telegraph que decidió irse de la ciudad cuando vivió en primera persona el momento en que un grupo de yihadistas adolescentes asesinaba en masa, entre risas, a los ciudadanos de Marawi.
Los soldados actúan al amparo de la ley marcial, declarada por el presidente Rodrigo Duterte en toda la región de Mindanao el mismo martes, poco después de desatarse el conflicto.
Restituto Padilla, portavoz militar del Ejército, llamó a los terroristas a rendirse "mientras haya una oportunidad". "Para los terroristas, no rendirse significará su muerte segura", advirtió.
Al comienzo de este conflicto, los yihadistas tomaron a un sacerdote y a otras 14 personas de rehenes. En un video publicado en las redes sociales, amenazaron con asesinarlos. Hasta el momento se desconoce el estado de los cautivos.
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