El régimen de Kim Jong-un se encarga de hacer vivir a sus ciudadanos una realidad paralela. Aprovechando el aislamiento en el que está inmerso, la dictadura hace creer a su gente que vive en un país modelo. Tal es el caso de Majon, un suburbio en la ciudad de Hamhung, que es presentado como "la mejor playa de Corea del Norte".
Muchas islas de Asia ofrecen lugares exóticos para disfrutar de playas paradisíacas. Pero no es el caso de Majon. Esta ciudad costera, la segunda más grande del país con 800.000 habitantes, es también un centro industrial. Esto hace que la playa esté ubicada a unos pocos minutos de plantas químicas y fábricas.
Smog y densas nubes de humo componen el paisaje que se observa desde las playas.
El fotógrafo francés Eric Lafforgue capturó imágenes de Majon, la ciudad norcoreana que, según las guías turísticas locales, ofrece "extensiones excelentes de arena virgen", consigna Daily Mail.
Agregó que, desde la cima de una colina, se puede observar a la ciudad totalmente cubierta por el humo de las chimeneas de las fábricas. "En todas partes que manejamos vimos fábricas, cuando no estaban ocultas por el humo de las chimeneas".
Los guías que lo acompañaron en su viaje le explicaron que el aire de la zona era "puro". "Fuera de la entrada del hotel, un fresco gigante muestra a Kim Il-sung hablando con pescadores locales".
"La zona es muy famosa por sus pescaderías", señaló Lafforgue, pero advirtió que "el pescado se está secando por todas partes" debido a la alta contaminación química.
Los hoteles más "lujosos" dejan al descubierto la precariedad a la que están sometidos los norcoreanos. El francés describió las habitaciones de hotel como "pequeños chalets" con paredes delgadas, lo que impide tener privacidad.
A los clientes se les pide que se quiten los zapatos y usen zapatillas de plástico, mientras que las instalaciones con cuentan con agua corriente.
Cuando el fotógrafo consultó por el mejor restaurante para comer de noche, su guía le recomendó hacerlo en el hotel, ya que todos los locales de comida supuestamente suelen estar llenos.
Pero el lugar estaba vacío. Incluso la discoteca del hotel, prácticamente desolada, cerró a las 9 de la noche. Los únicos huéspedes extranjeros que conoció eran trabajadores de la Cruz Roja y la Comisión Europea.
Lafforgue señaló que comió caracoles de mar por cinco euros. "Por nuestros estándares, este es un hotel de 1,5 estrellas. Según los estándares de Corea del Norte, es un complejo de lujo y la gente local que solía venir aquí formaba parte de la élite".
"La mayoría de las personas que conocí estaban de vacaciones, y disfrutaban de una especie de recompensa por el buen trabajo que hicieron en su fábrica o granja", relató.
"Muy pocos pueden costearse los gastos de transporte y alojamiento con los bajos salarios que reciben. Obtener las autorizaciones para salir de su aldea también representa otro desafío. No puedes moverte libremente en Corea del Norte, incluso cuando eres un local".
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