Nueve empleados pasan sus horas en una fábrica del sur de California moldeando cuerpos voluptuosos. Derraman silicona en moldes, esculpen rostros, construyen senos y diseñan diferentes pezones.
Cada muñeca sexual es construida con un cuerpo flexible y requiere unas 80 horas de trabajo de principio a fin, aunque algunos pedidos especiales pueden demorar más.
El fotógrafo Robert Benson tuvo acceso total a la fábrica de juguetes sexuales para adultos Abyss Creations, una de las más reputadas del rubro, ubicada en un suburbio de San Diego, en la costa oeste de los Estados Unidos, donde cuerpos sin cabeza cuelgan del techo y los penes de plástico se amontonan en los estantes.
"Todo el mundo siente mucha pasión por su trabajo y se lo toma muy profesionalmente. Creo que la fascinación se va después de una semana ahí y es como cualquier otro trabajo", contó Benson.
El artista Matthew McMullen, fundador de la compañía, asegura que todo ocurrió "por accidente", cuando trabajaba para una fábrica de máscaras de Halloween y estaba construyendo una figura de mujer para un proyecto artístico personal en 1994 y vio que "cobraba vida". Entonces tuvo la idea de convertirla en un maniquí realista y, de allí, el proyecto se convirtió en el primera muñeca sexual de silicona. La demanda estalló.
Aunque las muñecas sexuales se fabricaban en Japón desde los años 80, eran hechas de plástico. Las "muñecas reales" de McMullen, en cambio, son confeccionadas con silicona de alta calidad, que retiene el calor y otorga una sensación más realista y mayor elasticidad.
El esqueleto flexible también permite a los clientes colocar y doblar a la muñeca a su gusto, mientras que los rostros intercambiables colaboran con "una experiencia personalizable".
Las muñecas estándar, entre las que se puede elegir 18 cuerpos de mujer y dos de hombre, tienen un precio que parte de los 6.500 dólares. Mientras que creaciones más específicas arrancan en los 12.000 dólares.
Cada muñeca tiene sus propias características anatómicas y los genitales, como todo lo demás, pueden personalizarse de acuerdo con el gusto del cliente. Las mandíbulas tienen bisagras, los labios son turgentes, la lengua es ultrasuave y los dientes son de silicona.
Mcmullen cuenta que el próximo paso es incorporar la inteligencia artificial a las muñecas de manera que reaccionen de forma "divertida y excitante".
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