Decenas de miles de personas protestaron este domingo en las principales ciudades de Brasil en reacción a los escándalos de corrupción que azotan a la política del gigante latinoamericano desde hace varios meses y en apoyo a los investigadores del emblemático caso Petrobras, en momentos en que el país vive un crudo enfrentamiento entre el Congreso y el Poder Judicial.
Con epicentro en Rio de Janeiro, Brasilia y San Pablo, los manifestantes fueron convocados por muchas de las organizaciones que apoyaron la destitución de la presidente Dilma Rousseff, reemplazada definitivamente en agosto por Michel Temer.
En el origen de esta nueva jornada de protestas, se encuentra un polémico proyecto de ley: la Cámara de Diputados alteró profundamente un paquete anticorrupción enviado por los fiscales de Petrobras -que fue apoyado por más de dos millones de firmas-, al agregar una enmienda que permite incriminar y castigar con cárcel a fiscales y jueces que actúen por "causas político-partidarias".
El texto, que fue aprobado por los legisladores con una mayoría de 450 votos contra uno, es visto como una amenaza velada a los fiscales que investigan los distintos casos de corrupción que salpican a la practica totalidad de los partidos del arco político brasileño, y en especial a los responsables de indagar el gigantesco escándalo de corrupción que envuelve a la estatal Petrobras.
Después de darse a conocer la iniciativa de los diputados, el equipo de procuradores del Lava Jato, como se conoce a la causa de la estatal Petrobras, amenazó con renunciar. Casi en simultaneo, el presidente del Senado, Renan Calheiros, intentó que los parlamentarios votaran el polémico proyecto en forma urgente.
En ese contexto, casi 400.000 brasileños -según los cálculos de los organizadores citados por el portal G1-, se unieron el domingo con un objetivo común: exigir la retirada del proyecto de ley y defender la independencia de las instituciones que combaten la corrupción.
Convocadas por diferentes movimientos sociales, las protestas tuvieron lugar en unos 200 ciudades de todo el país. La mayor concentración tuvo lugar en la emblemática playa de Copacabana, en Río de Janeiro, donde varios miles de cariocas lograron cortar el tráfico en la Avenida Atlántica para hacer oír sus demandas.
En Brasilia, unas 5.000 personas se reunieron frente al Congreso y colocaron paneles flotantes con ratas dibujadas sobre las grandes piletas que anteceden a la entrada principal del edificio.
"Queremos limpiar esta banda de ladrones, queremos limpiar a Brasil, queremos un Brasil nuevo", dijo en la capital Emilia Duarte, una asesora de empresas de 56 años que sostenía un muñeco inflado con la imagen del juez Sergio Moro -uno de los principales responsables de la investigación del caso Petrobras- ataviado de superhéroe.
"Estuvimos en la calle para apoyar el impeachment de Rousseff pero los políticos no pueden relajarse, deben saber que seguiremos en la calle contra todos ellos, contra toda esta corrupción generalizada", dijo Paula Suarez, una artista plástica de 51 años que participó de la manifestación en San Pablo que llegó a reunir a unas 15.000 personas en la céntrica Avenida Paulista, según la Policía Militar.
Ante los escasos incidentes que se registraron, el Gobierno brasileño calificó de ejemplar el comportamiento mostrado el domingo por los miles de ciudadanos en las diferentes protestas.
"Es necesario que los poderes de la República estén siempre atentos a las reivindicaciones de la población brasileña", agregó el Ejecutivo en un comunicado divulgado por la Secretaría Especial de Comunicación Social de la Presidencia.
LEA MÁS:
Fiscales brasileños ganan premio de Transparencia Internacional por caso Lava Jato
(Con información de AFP y EFE)