(LA HABANA, CUBA – ENVIADO ESPECIAL) Más allá de las banderas a media asta en hoteles y edicios públicos de La Habana, la capital de la isla amaneció en relativa , tal vez por el hecho de que el anuncio la noche anterior de la muerte de Fidel Castro no sorprendió a una población, que de alguna manera venía siendo preparaba hace tiempo para despedir a su lider, quien padecía de problemas de salud que lo obligaron a ceder el poder en 2008.
La ciudad turística que atrae a visitantes de todo el mundo por su singular estética que combina la decadencia de un proyecto socialista fallido con el encanto propio de un destino unico en el mundo que ha quedado detenido en el tiempo, mantiene su habitual ritmo frenético con buses turísticos, y miles de personas que se hacen presente en sitios como Habana vieja, Vedado y Miramar.
Los nueve días de duelo nacional sin lugar a dudas servirán para que el pueblo pueda procesar la noticia y de alguna manera acepte el final de una era que cambió para siempre el destino de la isla, inmersa en un proceso de lenta pero ininterrumpida apertura hacia un mundo que ha cambiado desde la revolución de 1959.
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