Omran Daqneesh se convirtió en la imagen del horror de la guerra siria. La selfie de Ellen DeGeneres en los Oscar rompió récords. El vestido que cambia de color depende de quién la mire. La mediática Kim Kardashian entre lágrimas y perdiendo todo su trabajado glamour.
Si a medida que lees a tu cabeza viene esa precisa captura con todos sus detalles es porque en algún momento fue viral. Lo viste en Twitter, Instagram, Facebook, o te llegó en un mensaje por Whatsapp.
Pero aunque resulte difícil de creer, una obra de arte de 1800 fue la primera imagen viral.
Las imágenes virales son una especie de imán social. La mayoría de las personas puede entender por qué son graciosas o brutalmente dolorosas. Son reconocibles al instante y tienen la capacidad de trascender el lenguaje y la cultura.
La Gran Ola de Kanagawa, del pintor y grabador japonés Hokusai, es vista como el emblema definitivo del arte japonés y reafirmada como la imagen más reproducida del planeta. Aquellos que han tenido la suerte de mirar esta obra dicen que "hay algo reconfortante" al estar frente a ella.
Este trabajo fue producido a principios de la década de 1830 como parte de una colección llamada "Treinta y seis vistas del monte Fuji", el pico más alto del país, que Hokusai pintó y retrató hasta la saciedad. Fue tan popular su grabado que posteriormente tuvo que añadir diez más.
La estampa se volvió muy popular entre artistas y coleccionistas franceses. Pintores como Van Gogh o Monet llegaron a idolatrar a la obra y a su autor. Influyó en el trabajo de todo impresionista, desde Manet hasta Degas. No en vano, en la actualidad resulta una de las imágenes más reconocibles del mundo.
Hokusai no tuvo la intención de convertirse en el creador de una obra de consumo masivo y popular. Su interés fue mostrar la pequeñez del hombre frente a la naturaleza. Simple, pero a su vez de una gran complejidad e increíblemente expresiva.
Se puede argumentar que sin la Ola de Hokusai, el arte moderno habría sido diferente. Muy similar a una imagen viral de hoy en día, que se convierte en una parte de la cultura: tan pronto como se refieren a ella, la gente reconoce de lo que se está hablando. Siempre serán recordadas.
Para Hokusai el dinero no era importante, pero tenía un gran objetivo. Su ambición como artista era difundir su mensaje. Cuando tenía 50 años, creó La Ola. Sin saberlo, esa creación fue reproducida y exhibida a bajo costo en hogares y negocios de todo el mundo.