Es una "lista negra", pero aparecer en ella puede marcar un giro en la carrera de cualquier aspirante a guionista de Hollywood.
En ella —bautizada "Black List", en inglés— se encuentran las mejores ideas y guiones cuyos derechos no fueron adquiridos por las productoras, elegidos por expertos de la industria que consideraron esas ideas novedosas e interesantes.
La historia del origen de la "Black List" la contó recientemente la revista estadounidense The Atlantic, que habló con su inventor, Frankling Leonard.
Leonard dijo que la idea se le ocurrió en 2005, cuando tenía 27 años y trabajaba para Appian Way Productions, la productora fundada por Leonardo Di Caprio. Su tarea era leer muchos guiones y seleccionar los más prometedores: por eso, contó, la pregunta que todo el tiempo se hacían los tipos como él, siempre a la búsqueda de nuevo material, era: "¿Qué leíste de bueno últimamente?".
Entonces se le ocurrió enviar un mail a sus colegas de otras productoras pidiéndoles elegir de manera anónima los diez mejores guiones que habían leído y que por alguna razón no habían sido elegidos para ser convertidos en películas.
Hubo 93 guiones mencionados en las respuestas. Leonard recogió los resultados, hizo un ranking basado en el número de menciones que cada guión había recibido y mandó la lista a todos sus contactos desde una dirección de correo electrónico anónima. Había nacido la primera "Black List", que Leonard llamó así en homenaje a los trabajadores de Hollywood que en los años 50 y 60, durante el macartismo, habían quedado excluidos de la industria. porque se encontraban en la "lista negra" de la Comisión para las actividades antiamericanas por ser sospechosos de tener simpatías comunistas.
Durante ese primer año de existencia de la lista, la historia más elegida fue la que se convirtió en la película de 2007 Lo que perdimos en el fuego, con Halle Berry y Benicio del Toro.
Desde ese momento la lista se popularizó rápidamente, cobrando cada vez más relevancia porque muchos de los guiones que aparecieron en ella se convirtieron en filmes exitosos, aplaudidos por la crítica y el público.
Eso, al menos, dicen los números: desde 2005 —cuando la lista fue publicada por primera vez— más de 300 guiones se convirtieron en películas que recaudaron 26 mil millones de dólares en todo el mundo, fueron nominadas a 265 premios Oscar y ganaron 48 estatuillas. Entre ellas se encuentran incluso algunas ganadoras del Oscar a mejor película, como Slumdog Millionaire, El discurso del rey, Argo y Spotlight y diez de los últimos 20 Oscar a mejor guión.
Otra razón del éxito es que ser seleccionado para ingresar en la "Black List" es una gran ayuda para los guionistas, que pueden hacerse conocidos y aumentar sus posibilidades de ver sus obras llevadas a la pantalla grande.
The Atlantic cita como ejemplo el caso de Graham Moore, escritor de la película ganadora del Oscar por el mejor guión adaptado The Imitation game, sobre el trabajo del matemático británico Alan Turing durante la Segunda Guerra Mundial.
En 2011, el guión terminó en el primer lugar de la "Black List": Moore tenía 28 años y ninguna experiencia o conexión en el sector. Pero cuando comenzó a proponer a las productoras su historia se dio cuenta de que todos —incluido el director que luego filmó la película y el actor que interpretó al protagonista— ya la habían leído porque la habían visto en la "Black List".
A pesar del éxito, sin embargo, para Leonard el sistema seguía siendo demasiado cerrado, porque continuaba dependiendo de los agentes y de la posibilidad para los escritores de mudarse a Los Ángeles para seguir su sueño de trabajar en la industria.
Por eso, en 2012, Leonard decidió transformar la "Black List" en algo más que una lista anual.
"No había un sistema eficiente con el que la gente con talento pudiera hacer que la industria se enterara de su talento", explicó. Entonces, en 2012, decidió crear uno: dejó su trabajo en una productora y agregó al sitio web de la "Black List" un servicio pago para que los aspirantes a guionistas pudieran tener una opinión calificada sobre su trabajo.
El sistema funciona así: se sube el guión al sistema y un crítico anónimo de "Black List" —todas personas que trabajan en la industria— lo lee. Si tiene buenas reseñas, el escritor tiene la posibilidad de una segunda evaluación, sin cargo. Si sigue teniendo altas calificaciones, puede tener otras tres reseñas gratis. De esta forma, Leonard quiere asegurarse de que los mejores guiones sigan circulando y tengan así más posibilidades de destacarse. El portal ofrece, además, una base de datos para que productores y directores puedan buscar nuevas ideas para sus películas.
Según Leonard, el éxito de la lista se explica con su enfoque novedoso, que deja de lado los cálculos que suelen hacer las productoras sobre el potencial económico de una historia, respondiendo, en cambio, a la pregunta: "¿Qué guión le puede gustar a la gente?".
Preguntado sobre el por qué una idea aparentemente tan simple no se le haya ocurrido nunca a nadie, Leonard contestó: "Históricamente qué películas hacer y qué películas son valiosas era algo que tenían que decidir pocas personas importantes".
Y en parte sigue siendo así, aunque, explicó, gracias a la "Black List" ahora es un poco más fácil llegar a esas personas.
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